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Por unos meses nada más. Después de forzar durante diez años el misterio de los desiertos americanos, lanzando á través de su virginidad, tan antigua como el planeta, líneas férreas, caminos y canales, necesitaba «darse un baño de civilización». Vengo añadió para ver si los restoranes de París siguen mereciendo su antigua fama, y si los vinos de esta tierra no han decaído.

El arte poético provenzal había influído notablemente en el castellano por mediación del catalán. Sin embargo, desde fines del siglo XV se había roto este lazo, que unía á las literaturas francesa y española, puesto que el catalán, habiendo decaído, y cultivado apenas literariamente como dialecto provincial, no pudo ya servir, como antes, para este objeto.

Cuando Santorcaz, Marijuán y yo seguimos nuestra marcha para hacer noche en Santa Cruz de Mudela, el espíritu de los valerosos paisanos de Valdepeñas no había decaído, y tratando de reparar los estragos de aquella sangrienta jornada, parecían capaces de repetirla al siguiente día.

El médico del pueblo, único que se burlaba de brujas, bebedizos y de la credulidad de la gente, hablaba de separarles como único remedio. Pero los dos siguieron unidos; él cada vez más decaído y miserable; ella engordando, rozagante y soberbia, insultando a la murmuración con sus aires de soberana.

Pero el pueblo gascón no ocultaba su preferencia por Captal de Buch y sus compañeros, pues la popularidad de los ingleses había decaído mucho desde las enconadas contiendas originadas por la captura del rey de Francia y el destino que debía de darse al regio prisionero.

Siempre, en momentos iguales, buscaba Torrebianca los recuerdos de su primera juventud, como si esto pudiera servirle de remedio. La mejor época de su vida había sido á los veinte años, cuando era estudiante en la Escuela de Ingenieros de Lieja. Deseoso de renovar con el propio trabajo el decaído esplendor de su familia, había querido estudiar una carrera «moderna» para lanzarse por el mundo y ganar dinero, como lo habían hecho sus remotos antepasados. Los Torrebianca, antes de que los reyes los ennobleciesen dándoles el título de marqués, habían sido mercaderes de Florencia, lo mismo que los Médicis, yendo á las factorías de Oriente á conquistar su fortuna.

Su casamiento postergado, su porvenir obscurecido, decaído el ánimo... Y volvió al trabajo, con rabioso tesón, dispuesto a llegar o a perecer. Divisaba ya la tierra prometida, cuando nuevo golpe le sume otra vez en la desgracia, y otra vez encuentra fuerzas para rehacerse, y llega y realiza todo su programa de felicidad.

El documento hallado, descifrado, explicado y comentado por Don Juan Fresco es de época relativamente fresca: como si dijéramos de ayer de mañana. Ya la cultura ibérica indígena había decaído, y España se veía llena de colonias fenicias y aun griegas. Los de Zazinto habían ya fundado a Sagunto, y hacía más de un siglo que habían fundado los tirios a Málaga, Abdera, Hispalis y Gades.

Stein cayó en una profunda melancolía. «Este santo lugar pensaba , respetado por el rumor del mundo y por la luz del día, donde venían los reyes a inclinar sus cabezas y los pobres a levantar las suyas; este lugar que daba lecciones severas al orgullo y suaves alegrías a los humildes, hoy se ve decaído y entregado al acaso, como bajel sin piloto

Su graduación de capitán dejaba pensativos a muchos extranjeros conocedores exactos de todo lo que ocurre en el mundo. «¡Ah, España!... País decaído, que no paga a sus nobles soldados y obliga a los «hidalgos» a exhibir las hijas en las tablas...»