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Como la lumbre en noches del invierno, Como el recuerdo de un afecto tierno, Como el acento de la amada voz, Así, serás grata á la memoria Del que al darte una ofrenda transitoria Te dice entristecido: ¡Adios! Adios!

Esta insistencia de su segundo acabó por irritar á Ferragut, desvaneciendo su forzada bondad. ¡No hablemos más! dijo con arrogancia . Soy el capitán, y mando lo que quiero... He dado mi palabra, y no voy á faltar á ella por darte gusto... Hemos terminado. Vaciló Tòni, como si acabase de recibir un golpe en el pecho. Sus ojos volvieron á brillar, humedeciéndose.

Pero, ¡qué sabes de caballero! Vergüenza debía darte tenerme así. Vamos a ver: ¿cuándo me pones un cuarto como Dios manda? Esta especie de invocación a hombres que ponen casa a la querida, dejó muy caviloso a don Quintín, haciéndole discurrir amargamente sobre las injusticias sociales.

Eso prueba una conciencia tranquila. ¡Dios la bendiga!... Ahora, para darte el documento, deja caer sobre el rocío de esas monedas de oro que me fueron prometidas. Lord Gray dio algunas monedas a la vieja, recogiendo luego un papel que guardó en el seno. Después se levantó, dispuesto a partir conmigo. Vámonos le dije o estrangulo a esa maldita bruja.

Don Diego me habló, María... Contigo casarse intenta... Respondíle que tu gusto Era la primer licencia, 180 Y la segunda del Duque. Escribí, fué la respuesta No como yo la esperaba; Que darte dueño quisieran Estas canas, que me avisan 185 De que ya mi fin se cerca.

Como usted disponga, don Melchor; pero quién sabe si a la señora le gusta que esté aquí... ¡Que no! Si Ramona es una mujer limpia. Ya empieza a darte trabajo esa mujer dijo Lorenzo. ¡Ninguno! replicó Melchor. Nosotros si que vamos a darle trabajo: la haremos nuestra sirvienta, y nos tenderá las camas mejor que José, para lo que no se necesita mucho.

Había perdido para él su prestigio de mozo afortunado; ya no le inspiraba envidia: era un bobo, sin «viveza» para salir del paso; se «caía» manteniendo a aquella golfa por el insignificante motivo de haberla puesto en estado interesante. Toma tres pesetas: no puedo darte más; y te advierto que son las últimas. Tengo muchos gastos, y los tiempos están malos. Aún no he vendido el órgano.

He vacilado mucho, muchísimo, antes de darte el susto que te he dado y hacerte pasar por una prueba bien triste... Hubiera querido, aun a costa del sacrificio más grande, ahorrártela.

Tan poderosa combinación de medios naturales y artificiales debe dar un resultado infalible. Ya te le diré al darte parte de la boda, para que vengas a hacerla, o envíes a los novios tu bendición y un buen regalo». Así acabó D. Pedro de leer su carta, y al volver a mirar a D. Luis, vio que D. Luis había estado escuchando con los ojos llenos de lágrimas.

Tres días después la contestación de Julia, que decía así: «Mi más querido hermano: Si por mi gusto fuese, no te escribiría hoy, porque tengo que darte una noticia desagradable; pero mamá lo manda... y... cartuchera en el cañón, quepa o no quepa. La noticia es que nos vamos a Madrid en la semana próxima, hacía el miércoles o jueves.