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Actualizado: 8 de julio de 2025
Por consiguiente no era dado a tomar en broma familiar las cosas que a veces, a los demás, a los que vivimos reducidos a un nivel normal humano, nos proporcionan esa frívola, pero grata impresión que hace reír.
Gracias a Dios, yo estoy buena y sana para lo que usted guste mandar.» Los labios del joven se plegaron con sonrisa imperceptible y siguió examinando el pintoresco manto de un caballero de la Orden de Alcántara que le había dado golpe, al parecer. No obstante, de vez en cuando volvía los ojos con zozobra hacia la puerta del gabinete. Trataba inútilmente de reprimir la impaciencia.
Nunca había dicho más, acompañando con la misma exclamación de su confuso pensamiento hacia Dios las alegrías y los dolores. Pep había dado varios tientos al jarro de vino, lleno del zumo sonrosado de las mismas parras que extendían un toldo de pámpanos ante el porche.
Dimmesdale, la enfermedad es muy extraña; no tanto en sí misma, ó en su manera de manifestarse exteriormente, á lo menos hasta donde puedo juzgar por los síntomas que me ha sido dado observar.
Tenía la actriz lindo palmito y gracia natural, con lo que, como era de suponer, andaban por ella muchos galanes bebiendo los vientos y haciendo no pocas locuras, algunas de las cuales fueron bastantes ruidosas, dado que á la comedianta no le desagradaban las aventuras.
Pues entonces como si no se hubiera dado. Núñez asentía gravemente, un poco amoscado y mirando de reojo a su futura cuñada. Pero ésta no se rendía a demostraciones tan evidentes y se obstinaba en pedir, cada vez con mayor violencia y más altas voces, un poco de vergüenza para su hermana menor y unas migajitas de sentido para su señor padre.
A esos necios de la Fontana les ha dado ahora por predicar el orden. ¡Qué orden ni qué ocho cuartos! Nosotros predicaremos la violencia, porque sin violencia no hay revolución; sin extirpar los obstáculos y arrancarlos de raíz, no se puede transformar este pueblo.
La nodriza que me había dado, joven y desgraciada víctima de una inclinación engañadora, pasó por mi madre y su esposa. Unicamente la señora Adelaida estaba en el secreto. »Así fui educada y, a decir verdad, mi infancia no transcurrió sin alegrías.
Tuve que decirles que un noble de la Habana me habia dado el encargo de comprar algunos artículos de lujo, con el objeto de disponer el regalo de boda para una de sus hijas.
Yo obedezco: todas las tardes salgo al campo; cada día a un sitio de las afueras. He dado la vuelta a Madrid como unas veinte veces.
Palabra del Dia
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