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Actualizado: 23 de mayo de 2025


Muchos son los cuadros que se han perdido del clérigo Roelas, pues en Sevilla llegaron á reunirse en diversos templos hasta cuarenta y siete grandes pinturas de este artista, siendo no pocas de ellas las que pasaron á poder de particulares, y por desgracia salieron después de nuestra ciudad y de la península.

La primera que se encuentra es Brescia, ciudad de cuarenta mil habitantes, situada al pié y sobre una montaña: solo la de paso; tiene muy lindo aspecto, y muchas y elegantes torres.

En medio de una vasta llanura, donde se eleva un túmulo á mas de cuarenta varas, se ven, rodeados de pilastras colosales, los restos de algunos templos cuadrados mirando hácia el oriente, que tienen como ciento ochenta varas de frente á cada lado, y cuyos pórticos están cubiertos de bajos relieves chatos representando el sol, y el cóndor su mensagero: se advierten tambien allí, todavía, algunos fragmentos de estatuas gigantescas.

El banderillero salió cabizbajo de esta entrevista y se fue en busca del maestro, encontrándolo a la puerta de los Cuarenta y cinco. Juan, he visto a tu mujer. Aqueyo está cada vez peor. Veas de amansarla, de ponerte bien. ¡Mardita sea! ¡Así acabe una enfermeá con ella, contigo y con mesmo!

Sin embargo, yo soy de opinión añadió la lavandera de que se envíen más hombres contra el Príncipe tártaro. Aunque éste, a la verdad, sólo lleva cuarenta consigo, todos ellos, según se dice, tienen corazas y flechas encantadas, que a cada uno le hacen valer por diez.

Catalina Terongí, mujer de Guillermo Terongí, alias morrofés, botiguero de oficio; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de cuarenta y cinco años; reconciliada, presa segunda vez por judaizante relapsa.

El apoderado estaba fuera de la ciudad, en una montería, con algunos amigos de los Cuarenta y cinco. Una tarde, cerca ya del anochecer, don José fue a buscarle en un café de la calle de las Sierpes, donde se reunían gentes de la afición. Había llegado de la montería dos horas antes, y tuvo que ir inmediatamente a casa de doña Sol, en vista de cierta esquela que le esperaba en su domicilio.

En el centro del edificio se hallan en sesion permanente la roleta, la treinta y una, y el treinta y cuarenta, que le ha inspirado una de sus mas chistosas novelas al ingenioso escritor frances Edmundo About.

Entonces aún no había telégrafos, y los despachos no pudieron entregarse. Cuando llegaron los correos donde estaba el general, vieron venir huyendo a todos los soldados del Rey y los imitaron. Los cuarenta de la escolta tártara, que eran otros tantos genios, corrían en su persecución trasformados en espantosos vestiglos, que arrojaban fuego por la boca.

Bartolomé Cortés de Alfonso, pasamanero de oficio, natural y vecino de esta Ciudad, de edad de cuarenta y un años; reconciliado y preso segunda vez por judaizante.

Palabra del Dia

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