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Actualizado: 8 de mayo de 2025
Un día vi un grupito de personas que debían ser conocedoras discutiendo delante de un cuadro.
¡Católicas, católicas! exclamó la vieja Paulina, apareciendo radiante, con los brazos levantados hacia el cielo, en el umbral de la cocina. Madama Scott miraba al cura, miraba a Paulina, muy asombrada de haber producido tal efecto con una sola palabra, y para completar el cuadro, apareció Juan trayendo las dos bolsas de viaje. El cura y Paulina lo recibieron con la misma palabra.
Pero el cuadro es muy extenso. Como una enorme serpiente que enrosca sus anillos y se intercala por entre las hendeduras de un viejo tronco roido, dejándose ver de trecho en trecho, pero asida á todas las sinuosidades, la miseria oprime á Lóndres y la estrecha en todas direcciones, asoma en todos los barrios y parece asfixiar con su aliento y su presion horrible á la parte de la sociedad que vive en la abundancia ó en la loca indolencia del lujo sibarita.
Arriba, al S.-E., se destacaban á lo léjos los magníficos nevados de donde surge el Aar; mas cerca, en el segundo término de la perspectiva, enjambres de montañas cubiertas de abetos; y en el primer término, dominando el valle, se alzaba como una muralla artificial, inmensa, la roca desnuda y de tintas melancólicas por donde se precipitan paralelamente de grandes alturas, como cintas de acero bruñido, las bellas cascadas de Oltschibach, Wandelbach y Falchernbach . Así, el cuadro era un conjunto de desolación, tristeza, majestad y pintorescos paisajes, resumiendo diversos géneros de poesía.
Una de ellas tenía en la mano un libro de horas, otra cosía, la tercera bordaba con hilo de plata un pequeño roponcillo de seda, que sin duda se destinaba á abrigar las carnes de algún santo de palo. Las tres, colocadas con simetría, silenciosas y tranquilamente ensimismadas en su oración ó su trabajo, ofrecían un cuadro sombrío, glacial, lúgubre.
Nada de espanto ni de ese profundo sobrecogimiento que causan los espectáculos de una grave intensidad; nada de bullicio en el alma tampoco, como el que se levanta ante un cuadro de las llanuras lombardas. Una sensación armoniosa, la impresión de la belleza pura.
Tengo a la vista un cuadro de las banderas de todas las naciones del mundo. Sólo hay una europea culta, en que el colorado predomine, no obstante el origen bárbaro de sus pabellones.
El caballero lo volvió a examinar y dijo: Le ofrezco cien duros además del precio del cuadro si quiere Vd. venderlo. Ya he dicho que no puedo venderlo, pues no es mío. 35 El caballero se marchó y después de algunos minutos volvió con otro hombre. Dijo que éste era pintor.
Después, al esparcirse la luz del alba, se levantaron todos, menos el padre, que seguía en su plácido sueño. Al asomarse las mujeres al porche, dominadas por los más lúgubres pensamientos, esperaban presenciar un cuadro horroroso: la torre destruida y colgando sobre sus ruinas el cadáver del señor.
Por manera que el insigne D. Pedro trocó por un año de vida los siglos de popularidad que ha disfrutado, y disfrutará todavía muchísimo tiempo, la memoria del pobre D. Francisco, y el alto honor de figurar en el mencionado cuadro de Gisbert. Conque volvamos á la Casa de las Conchas.
Palabra del Dia
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