United States or Niue ? Vote for the TOP Country of the Week !


En cambio, a Clementina le ayudaban los acreedores de su marido, sus amigas Pepa Frías, que no cesaba un momento de ir y venir visitando a los médicos, a los magistrados, a los periodistas, la condesa de Cotorraso, la marquesa de Alcudia, su cuñado Calderón, sus amigos el general Patiño y Jiménez Arbós, y más que todos ellos, como quien más obligación tenía, su amante Escosura.

En esto fueron entrando otras muchas personas en el salón. Llegaron Mariana Calderón y su hija Esperanza, los condes de Cotorraso, Pepa Frías y su hija Irene. Esta última traía el semblante pálido y ojeroso: como que salía de la cama donde había estado algunos días retenida por una afección nerviosa. Ya que estuvo poblado, la marquesa les invitó a pasar al oratorio y así lo hicieron.

Vinieron también el barón y la baronesa de Rag por primera vez. Clementina les dió la preferencia colmándoles de delicadas atenciones. El barón era plenipotenciario de una nación importante. El ministro de Fomento Jiménez Arbós, Pinedo, Pepe Castro y los condes de Cotorraso entraron casi a la vez. A última hora, cuando faltaban pocos minutos para las siete, llegó Lola Madariaga y su marido.

Hasta Ramoncito, que acertó a pasar por delante, pudo recibir algunas gotas de este rocío bienhechor. ¿No baila usted, Ramón? le preguntó con una sonrisa tan amable, que el ilustre concejal se sintió desfallecer de felicidad. Me ha entretenido el conde de Cotorraso hasta ahora. Pues a buscar pareja.... Mire usted: allí está Rosa Pallarés que no baila.

Mientras tanto, los condes de Cotorraso, Lola Madariaga, Clementina y los barones de Rag hablaban del arsénico como medicamento para engordar y poner terso y brillante el cutis. Lola Madariaga era la primera vez que lo oía y se mostraba llena de júbilo, y anunciaba que iba inmediatamente a ensayar la virtud milagrosa del veneno.

Asió la primera ocasión por los cabellos para levantar la voz y atraerse la atención de los comensales. Ayer le he visto a usted por la mañana en la carrera de San Jerónimo, Fuentes le dijo la condesa de Cotorraso que estaba tres o cuatro puestos más allá. Según a lo que usted llame mañana, condesa. Serían las once, poco más o menos.

Pues el señor se va a poner cátedra a la condesa de Cotorraso, que desea hablar con él, y usted se viene conmigo a ver una catedral gótica que el pirotécnico va a quemar ahora mismo dijo colgándose con desenfado del brazo de su amante. Alcázar se sintió feliz.