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Actualizado: 21 de mayo de 2025


« Pues estaba Fernando de aprendiz en la zapatería del difunto Ichtaber, el Chato de Tolosa, y no si vosotros sabréis, pero Ichtaber era un zapatero viejo y muy rico. Tenía Fernando de novia una chica muy guapa, pero Ichtaber, el Chato, al verla la empezó a cortejar y a decir si se quería casar con él, y, como era rico, ella aceptó. El hacía como que no se incomodaba, pero se vengó.

De aquí el desairado y mal papel que una persona de los años, de la seriedad y la importancia de don Paco no podía menos de hacer en apariencia, o bien siendo rival de Antoñuelo, o bien de acuerdo con él para cortejar a la madre uno y a la hija el otro.

ARGENTINOS: Os juro por mi espada que ninguna otra aspiración me anima que la de la libertad. A nadie se le oculta que mi fortuna es el patrimonio y el sostén de los bravos que mando, y el día que los pueblos hayan recuperado sus derechos será el mismo de mi silencio y mi retiro. Nada más aspira un hombre que no necesita ni cortejar el Poder ni al que manda.

Los había de diferentes cuartones. Hasta de San Juan, en el extremo opuesto de la isla, vendrían mozos para cortejar a Margalida. Pep, a pesar de su falso gesto de padre intratable, enrojecía y apretaba los labios con mal disimulada satisfacción, mirando de reojo a los amigos sentados junto a él. ¡Qué honor para Can Mallorquí! Nunca se había conocido un galanteo como éste.

No podía participar de la alegría insensata de sus convecinos porque, como siempre, su alma se hallaba inflamada por un torbellino de sentimientos belicosos. Pocas noches antes los mineros habían maltratado á dos mozos de Entralgo que venían de cortejar en Tiraña. Desde entonces no respiraba más que venganza y exterminio.

Apenas cumplí los treinta años, empecé a sufrir los más agudos dolores de cabeza que puedan imaginarse, los cuales de día en día aumentaban al grado de hacerme la vida un verdadero martirio. Solamente descansaba yo de ellos cuando dormía, razón por la cual procuré cortejar a Morfeo incesantemente.

A partir de entonces, Cristeta recobró aparentemente la tranquilidad de espíritu, sobre todo en el teatro y en presencia de gentes extrañas; hasta se dejó cortejar; pero con frecuencia se quedaba ensimismada, sujeta al imperio de una idea, como persona que medita y fragua un plan calculando todos los casos, incidentes y peripecias que en su desarrollo pueden sobrevenir.

El castigo sin venganza es la historia de los amores criminales de la duquesa de Ferrara y de su hijastro, que Lord Byron ha hecho después tan célebre, sin otra diferencia que en la obra de Lope se da el nombre de Casandra á la que se llama en la de Lord Byron Parisina . Luis, duque de Ferrara, muestra desde su juventud aversión al matrimonio, consagrándose á cortejar frívolamente ya á ésta, ya á aquella dama.

Algún que otro arriero con sus mulas delante y montado en una de ellas sobre una pirámide de fardos; cualquier vecino que por casualidad saliese en busca de una vaca extraviada, ó los mozos crudos de Vegalora que tuviesen arrestos suficientes para ir á cortejar las mozas de la Segada ó de otros lugares cercanos.

Bartolo dejó escapar un bufido dubitativo. ¿Qué gruñes , burro, qué gruñes? exclamó Quino con rabia. ¿Acaso piensas ponerte delante de Toribión? No sería la vez primera. Quino y Celso cambiaron una mirada y sacudieron la cabeza entre irritados y alegres. No sería la vez primera repitió Bartolo sin advertirlo. Una noche que fuí á cortejar á Muñera tropecé con él cerca de Puente de Arco.

Palabra del Dia

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