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Actualizado: 22 de junio de 2025
Las señoritas de la ciudad, parecíanle campesinas disfrazadas, con los mismos instintos de egoísmo y economía de sus padres, conociendo el precio a que se vendía la naranja, sabiendo el número de hanegadas con que contaba cada aspirante a su cariño, ajustando el amor a la riqueza y creyendo que la honradez consistía en ser implacable con todo el que no se amoldaba a su vida tradicional y mezquina.
11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora nos está más cerca nuestra salud que cuando creímos. 12 La noche ha pasado, y ha llegado el día; echemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz, 13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lechos y disoluciones, no en pendencias y envidia;
Los invasores se valían de ellos y conociendo su utilidad los protegían y enriquecían, y algunos no solo dependieron de su voluntad sino que se redujeron á ser sus meros instrumentos.
618 Iba conociendo el indio que tocaban a degüello: se le erizaba el cabello y los ojos revolvía; los labios se le perdían cuando iba a tomar resuello. 619 En una nueva dentrada le pegué un golpe sentido, y al verse ya malherido, aquel indio furibundo lanzó un terrible alrido que retumbó como un ruido si se sacudiera el mundo.
Este es el modo natural primitivo como el hombre, reflexîonando sobre sí mismo, conoce las cosas espirituales, conociendo su propia alma: de aquí pasa al conocimiento de Dios, como espíritu perfectísimo. Dentro de sí mismo tiene el hombre el concepto del infinito, de lo eterno, de lo inmenso, no por los sentidos, sino por la reflexîon.
En seguida se oyó, retumbando en la calle solitaria, el ruido de una sublime bofetada, y el de un hombre que cae al suelo, rompiendo, al pasar, con la cabeza, el tablero de una tienda, ó cosa así. Conociendo, como yo conocía, al uno, no era muy aventurado creer que el derribado por la bofetada tenía que ser el otro, por recio que fuese.
Abrió los casi cerrados ojos el herido caballero, y, conociendo a Claudia, le dijo: -Bien veo, hermosa y engañada señora, que tú has sido la que me has muerto: pena no merecida ni debida a mis deseos, con los cuales, ni con mis obras, jamás quise ni supe ofenderte. -Luego, ¿no es verdad -dijo Claudia- que ibas esta mañana a desposarte con Leonora, la hija del rico Balvastro?
Mi madre se pasaba casi todo el día con mi abuela; pero no quería ir a vivir con ella, conociendo de sobra el carácter dominador y absorbente de doña Celestina. La casa de mi abuela se llamaba Aguirreche, en vascuence, Casa de Aguirre, y era, y sigue siendo, de las mejores del pueblo.
Se cruzaron palabritas un poco fuertes, y, por último, exclamó nuestro almirante: «¡A la mar mañana mismo!». Pero yo creo que Gravina no debía haber hecho caso de las baladronadas del francés, no, señor; que antes que nada es la prudencia, y más conociendo, como conocía, que la escuadra combinada no tenía condiciones para luchar con la de Inglaterra».
Fácil es de presumir, conociendo el temperamento vivo y exaltado de Andrés, la triste impresión que esta plática, escuchada por fuerza, le causaría. De las dos noticias desagradables que por ella averiguó, las zurras que su padre daba a Rosa y la hostilidad de D.ª Rita, la que más le disgustó, como era natural, fue la primera.
Palabra del Dia
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