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Actualizado: 14 de junio de 2025


Talaron pues y limpiaron unos espesos bosques que se encontraban en los confines del pueblo y que creían no pertenecían á nadie. Durante los trabajos de roturacion y saneamiento, toda la familia, uno tras otro, enfermó de calenturas, sucumbiendo de marasmo la madre y la hija mayor, la Lucía, en la flor de la edad.

El distrito de Surigao está comprendido entre punta Divata al O. y punta Cauit al E. Al E. confina con Misamis, al N. con las islas Limasagua y Leyte, al NE. con el grupo de las islas Surigao, y al S., en el interior de la isla, con confines N. de Cottabato y Davao; formando parte de esta provincia se encuentra en la costa E. y entre punta Cauit y cabo de San Agustín, la Comandancia de Bislig, cuya descripción la haremos en capítulo aparte.

Tres veces repitió el mismo grito. Su voz poderosa llegó hasta los últimos confines de la romería produciendo en ella un estremecimiento de terror. Corrieron los niños á refugiarse entre las faldas de sus madres, desbandáronse los hombres, chillaron las mujeres, volcáronse las mesas de confites y las cestas de fruta. Un miedo pánico se apoderó de aquella muchedumbre tan alegre momentos antes.

Todo esto esforzándose por parecer grandioso, pero parece como que se siente el vacío y el énfasis de aquella falsa grandeza, al ver en todos los confines de las avenidas los arcos triunfales por donde no pasa más que el horizonte, los pórticos abiertos sobre el espacio azul.

Según nos aproximábamos a la provincia de Sevilla, el paisaje adquiría tonos más secos y calientes. La comarca se desenvolvía ondulante como un mar de olas inmensas, petrificadas, hasta los últimos confines del horizonte. Era una tierra roja, sangrienta, que infinitas hileras de olivos rayaban de verde gris.

Porque nos hallábamos en los confines de la China. Más allá está la Mongolia, la «Tierra de las hierbas», inmenso prado verde obscuro, bordado de flores silvestres. Allí se extendía la inmensa planicie de los nómadas.

De los confines del horizonte la noche venía desplegando su velo misterioso, que pronto iba á envolver en la sombra la tierra, el cielo y el mar. Velázquez, que nunca había fijado su atención en los esplendores de la naturaleza, sintió la poesía de aquella hora sublime. Un gozo, que brotaba del fondo del alma, poblaba de encantos cuanto abrazaban sus ojos, y desataba su lengua avara de palabras.

Unos bajaban de la serranía, otros venían de los cortijos del llano, o de las tierras situadas al otro lado de Jerez, llegando a Caulina después de rodear la ciudad. Los había de los confines de Málaga y de la vecindad de Sanlúcar de Barrameda.

El carro de un payés le llevó hasta cerca de San José, y al separarse de él emprendió la marcha por el monte, pasando entre pinares encorvados por las grandes tormentas. El cielo estaba nebuloso; la atmósfera era cálida y pesada. De vez en cuando caían gruesas gotas, pero antes de que las nubes pudieran fijar su lluvia, una ráfaga parecía barrerlas hacia los confines del horizonte.

Cuando me ponía a pensar que había venido de los confines de occidente, para traer a una provincia china la abundancia de mis millones, y que, apenas llegué, fuí saqueado y apedreado, me agitaba un rencor sordo y pasaba horas enteras en mi cuarto, meditando venganzas horribles. Retirarme con mis millones era lo más práctico y fácil.

Palabra del Dia

rigoleto

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