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Actualizado: 28 de mayo de 2025
Don Braulio confesaba al principio, como era cierto, que jamás usaba ni llevaba armas, y hacia el fin de la carta hablaba de un revólver que tenía en el bolsillo. Paco Ramírez veía claro que don Braulio le había comprado o le había adquirido en aquellos días, después de la noche que estuvo de oculto en su casa. ¿Para qué esta adquisición? ¿Qué pensaba hacer su desventurado amigo?
El señor Le Bris asistía a aquel milagro del cielo azul; dejaba obrar a la Naturaleza y seguía con un interés apasionado la acción lenta de un poder superior al suyo. Era demasiado modesto para atribuirse el honor de la cura, y confesaba ingenuamente que la única medicina infalible es la que viene de lo alto. No obstante, para merecer la ayuda del Cielo, él también ayudaba un poco.
Y como no le hacían caso, y se reían de ella y hasta la dejaban sola, para correr por la casa y refrescar y tocar el piano y cantar, toda vez que ella misma confesaba que no le dolía nada, se tiraba la dama encinta de los pelos, insultaba medio en broma, medio en veras, a sus amigas y amigos llamándolos verdugos, y proponiéndoles que pariesen por ella y que verían.
37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años, que no se apartaba del Templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén. 40 Y el niño crecía, y era confortado del Espíritu, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.
El sueño de Wladimira era vivir en París; y mientras hacía hervir delicadamente las hojas del té, me rogaba que la contase historias picantes de «cohetes», y me confesaba su culto por Dumas, hijo.
Era la tumba de su viejo amigo, el doctor Reynaud, muerto en sus brazos en 1871, y ¡en qué circunstancias! El doctor era como Bernardo, nunca iba a misa, y jamás se confesaba; ¡pero era tan bueno, tan caritativo, tan compasivo con los que sufrían!... Esta era la gran preocupación, la grande inquietud del cura. Su amigo Reynaud, ¿dónde estaría?
¿Recuerda el lector que he copiado de un manuscrito que Facundo nunca se confesaba, ni oía misa, ni rezaba, y que él mismo decía que no creía en nada? Pues bien: el espíritu de partido aconsejó a un célebre predicador llamarlo el Enviado de Dios e inducir a la muchedumbre a seguir sus banderas.
Puesta en pie y yendo hacia doña Inés, le dijo: Tú no me conoces todavía. Yo no me arrepiento ni cejo. Bueno fuera que creyese el tal señor que yo había tenido un momento de debilidad y que luego me había arrepentido. ¿No adviertes que de ese modo me confesaba yo culpada, si no del delito, del conato? No; yo no soy débil. Tú te has empeñado en creerme cordera, y soy leona.
Con todo, comía carne durante la Cuaresma menos el Viernes santo, no se confesaba jamás, no creía en milagros ni en la infalibilidad del Papa y cuando oía misa, se iba á la de diez ó á la más corta, la misa de tropa.
Ana se negaba a acudir a un rincón de amores que Álvaro prometía buscar; el mismo Álvaro confesaba que era difícil encontrar semejante rincón seguro en un pueblo tan atrasado como Vetusta.
Palabra del Dia
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