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Actualizado: 5 de mayo de 2025


Los dos pueblos son diferentes en todo: en energía, en orígen, en religion, en leyes, en costumbres: la actividad de los norte-americanos solo puede compararse, en lo grande, con la característica pereza de los brasileños: se diferencian en todo, absolutamente en todo: hasta los climas son opuestos.

Casi toda España estaba sujeta a la ley de Mahoma, salvo dos o tres Estadillos nacientes, donde entre breñas y riscos se guarecían los cristianos. En medio de aquel diluvio de males, pudiera compararse la abadía de que hablamos al arca santa en que se custodiaban el saber y las buenas costumbres y en que la humana cultura podía salvarse del universal estrago.

Al parecer, Moreto apuró toda su energía trágica en esta única obra; por lo menos ninguno de los demás dramas suyos serios puede compararse con ella bajo este aspecto. Sin embargo, merece alguna atención la comedia titulada Cómo se vengan los nobles, imitación de El testimonio vengado, de Lope.

Tan compasiva y dulce como valiente, tenía para todos la piedad que consuela y la palabra que levanta, tal como el «Eloa» del poeta cuya radiante caridad no se detiene en las puertas del infierno. Por eso tenían todos por ella una admiración que sólo podía compararse con su respeto.

Nuestro entendimiento puede compararse á un prisma que descompone en muchos colores un rayo de luz; de aquí nacen los diferentes conceptos relativos á un objeto simple.

Estoy disgustada conmigo misma por haber animado a mi hijo a que se presentase, y lo estoy aún mucho más por mi marido, quien daba grandísima importancia a este suceso; en fin, Dios y los hombres no lo han querido; es preciso aceptar ese desencanto sin acritud ni murmuraciones; por más sensible que ello sea, no puede compararse a otras desgracias que se incrustan en el corazón para no separarse jamás.

Así lo atestiguan las esculturas y las pinturas que en la Alhambra se conservan. Poesía dramática no tuvieron nunca. Algo de poesía épica ó narrativa puede decirse qué tuvieron, si bien no tuvieron nada que, ni remotamente, pudiera compararse, no digamos ya al antiquísimo poema del Cid, pero ni á las leyendas de santos de Gonzalo de Berceo.

Al encararse con Miguel de Zuheros, mirándole de frente, le hizo bajar los ojos deslumbrado por la viveza de aquel mirar y por la fuerza magnética de aquellos ojos verdes o glaucos como los de Minerva, Medea y Circe, y que podrían compararse a dos esmeraldas ardiendo en llamas.

Las ojeadas interesantes que las mujeres lanzaban al buen mozo le producían cierto cosquilleo de vanidad é inquietud. Todos los militares que encontraba, por más galones y cruces que ostentasen, le parecían «emboscados» indignos de compararse con Julio.

No podía compararse con ella la de los Guevaras, ni la de los Peraltas, ni la de los Zapatas, ni aun la de los Salvajes: se parecía a las de Oñate y Miraflores. Sus dueños le decían el palacio... y, sin embargo, no pasaba de ser un caserón destartalado, de grandes salones, tremendos patios y pasillos laberínticos.

Palabra del Dia

bagani

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