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Después de mucho andar, parábase en una esquina, miraba con azoramiento á una parte y otra, y vuelta á correr calle adelante, con paso inglés tras de su víctima. Al compás de la marcha, sonaba en la pierna derecha el retintín de las monedas.... Grandes eran su impaciencia y desazón por no encontrar aquella noche lo que otras le salía tan á menudo al paso, molestándole y aburriéndole.

En fin, los asadores estaban ocupados y hubimos de tomar dos cucharones. No se ha visto cosa tan digna de risa en el mundo. Daba un salto y decía: -Con este compás alcanzo más y gano los grados del perfil. Ahora me aprovecho del movimiento remiso para matar el natural.

A espaldas del Sacramento se agrupaban las autoridades, y el batallón de los cadetes cerraba la marcha, fusil al brazo, al aire las rapadas cabezas, meciéndose al compás de la marcha.

En los fúlgidos salones los disfraces van bailando y ondulando, al compás de locos valses y corteses rigodones. Está lleno el gran palacio.

"¿Y adonde se hallará ése, decía yo entre , si Dios agora de nuevo, como crió el mundo, no lo criase?" Andando así discurriendo de puerta en puerta, con harto poco remedio, porque ya la caridad se subió al cielo, topóme Dios con un escudero que iba por la calle, con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden. Miróme y yo a él, y díjome: "Mochacho, ¿buscas amo?"

Los viracochas son señores de lo nuestro, porque nos hemos envilecido hasta el punto de que en nuestras almas ha muerto el coraje para romper el yugo. Esclavos, bailad y cantad al compás de la cadena. Esclavos, bebed en vasos toscos, que los de fino metal no son para vosotros.

Revueltos con ellos, iban los disfraces de siempre: mamarrachos con arrugadas chisteras y levitas adornadas con arabescos de naipes; bebés que asomaban la poblada barba bajo la careta y al compás del sonajero decían cínicas enormidades; diablos verdes silbando con furia y azotando con el rabo a los papanatas; gitanos con un burro moribundo y sarnoso tintado a fajas como una cebra; payasos ágiles, viejas haraposas con una repugnante escoba al hombro, y los tíos de «¡al higuígolpeando la caña y haciendo saltar el cebo ante el escuadrón goloso de muchachos con la boca abierta.

Desde el pretil veíanse rebaños de obscuras ovejas, que al compás perezoso de las esquilas iban en busca del corral, mientras que por la parte de arriba, por la carretera polvorienta, marchaban también en retirada los rebaños del trabajo, gentes de espalda encorvada y blusa vieja, con la cara sudorosa y el saco de herramientas a la espalda. La melancolía del crepúsculo se apoderaba de Juanito.

Una muchacha de falda corta, botas polonesas y pañuelo verde, por cuya punta asomaba una trenza de pelos rojos, daba vueltas al compás de la música. En torno de ella, un mocetón de camisa purpúrea danzaba de rodillas o se sostenía en portentoso equilibrio con las piernas casi horizontales y las posaderas junto al suelo.

Al noveno compás se acaba la primera parte y hay una pequeña pausa, en la cual sólo se escucha el leve sonido de la guitarra.