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Actualizado: 27 de junio de 2025


La comida que se sirve en esos vapores es muy mala para un colombiano, pero para un extranjero es realmente insoportable. En primer lugar, se sirve todo a un tiempo incluso, la sopa, esto es, un plato de carne, generalmente salada, y cuando es fresca, dura como la piel de un hipopótamo; una fuente de lentejas o fréjoles, y plátanos, cocidos, asados, fritos, en rebanadas... véase el Hotel Neptuno.

B y su interesante familia nos fueron sumamente gratos, y aun nos sirvieron para obtener algunas nociones importantes. Con cuánta delicia oíamos al Sr. B , al recorrer el bosque vecino ó los jardines de la vasta habitacion, hablar entusiasmado de las bellezas del suelo colombiano y de la dulce índole de sus poblaciones.

Si no fuera la influencia terrible de la chicha, que ya he mencionado, el pueblo colombiano hablo de la masa proletaria y errante, con su maravillosa predisposición artística, se elevaría rápidamente en la escala de la civilización.

Aún no llevaba el traje colombiano de viaje, que más tarde adopté por comodidad. El indio abrió tamaños ojos cuando oyó salir del fondo de aquella aparición una voz que hablaba español con claridad bastante, para hacerle comprender que mi modesto deseo era cambiar mi mula cansada por su caballo fresco.

No quiero creer todo lo qué se me dijo por algunas personas; y sinembargo llevé de Cádiz, bajo ese aspecto, dolorosas impresiones.... Mucho podría decir sobre lo que he observado en las grandes ciudades españolas; pero el asunto es repugnante y escabroso, y el mundo colombiano, por fortuna, no conoce ciertas cosas que es mejor que ignore siempre.

En Consuelo se me presentó... ¡un álbum! para que consignase un recuerdo o por lo menos dejase mi nombre. Había composiciones de seis páginas. ¡Para lo que cuesta a un colombiano hacer versos una vez que tiene la pluma en la mano!

Tan presto se cruza un jardín europeo, literalmente cuajado de tesoros de jardinería refinada, donde la rosa y la camelia alternan con mil otras flores educadas con el arte mas minucioso y delicado; como se pasa por en medio de un vasto huerto colombiano, bajo las anchas hojas del plátano, de la caña de azúcar y de las palmas de chontas, hacumas y cocoteros, y rosándose con las cepas de pinas olorosas, las lianas flexibles y aéreas, las parásitas mas bellas, los helechos arborescentes mas elegantes, y muchas plantas de hermosura en extremo caprichosa, que crecen á una temperatura artificial propia y al derredor de anchos estanques de lecho musgoso, donde se agitan los peces de la zona tórrida entre las yerbas acuáticas entretejidas caprichosamente.

No puedo habituarme a designar con la misma voz a un uruguayo o a un colombiano, que a un alemán o a un ruso. En el corte moral somos iguales, como en el tipo físico, en las maneras, en el calor de los cariños, en la rapidez del entusiasmo, y ¿lo diré?, en la ligereza con que nos formamos opinión sobre las cosas y sobre los hombres.

Y sobre el conjunto, un lazo de unión íntima que les comunica el carácter de vigorosa personalidad que distingue más a un colombiano de un hijo de Venezuela o del Ecuador, que a un ruso de un persa. ¿Qué hay dentro de esos millares de leguas?

Uno de ellos, caballero colombiano, perfectamente culto y cortés, como todos los que he encontrado en mi camino, me preguntó, inquieto, si yo tenía noticia de lo que era la navegación del Magdalena, y como, en caso afirmativo, había cometido la chambonada de embarcarme en el Antioquía. «Porque ha de saber usted prosiguió que cada uno de los vapores que recorren el río, desde Barranquilla a Honda, tiene su reputación particular, sus condiciones propias, perfectamente conocidas de todo el mundo.

Palabra del Dia

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