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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Los pastos escaseaban: unas veces era por falta de lluvia, otras por las inundaciones, y las reses perecían á centenares. Julio necesitaba mayores ingresos, y el mestizo marrullero le enviaba lo que pedía, pero como simple préstamo, reservando el cobro para cuando ajustasen cuentas. A pesar de tales auxilios, el joven Desnoyers sufría apuros.
Veinte mil francos contestó el doctor . De esos cobro cinco o seis mil. ¿Y el resto? Me lo quedan a deber. Nosotros no tenemos derecho a acudir a los juzgados. ¿Haría usted el viaje a Italia por veinte mil francos anuales? Mi pobre conde, no hablemos de años. Lo que le queda de vida debe contarse por meses, quizás por semanas. ¡Pongamos dos mil francos al mes y sea usted de los nuestros!
El joven cobró aliento. Pero cuando ella le volvió la espalda para escuchar la ópera, estaba tan alterado aún y confuso que no se atrevió a besar el cabello, aunque el peinado era bajo y la ocasión más propicia que nunca. Al cabo de un rato, Clementina se volvió de pronto y le dijo en voz baja: ¿Por qué no besa usted hoy el pelo como otras noches? La emoción fué inmensa, abrumadora.
Allí sí que cobró aliento la fama de la Gitanilla, y de común consentimiento de los diputados de la fiesta, desde luego le señalaron el premio y joya de la mejor danza; y cuando llegaron a hacerla en la iglesia de Santa María, delante de la imagen de Santa Ana, después de haber bailado todas, tomó Preciosa unas sonajas, al son de las cuales, dando en redondo largas y ligerísimas vueltas, cantó #un# romance.
Tanto más, cuanto que habiendo matado en buena lid al galán, cobró vuesa merced el derecho de castigar de igual modo a la hembra. ¡Ah, si yo dijera también mi desengaño! Aguirre enmudeció y no volvieron a hablar de estos asuntos.
Estas cosas mejor será dejarlas para mi amo don Quijote, que en dos paletas las despachará y pondrá en cobro; que yo, pecador fui a Dios, no se me entiende nada destas priesas. ¡Ah, señor gobernador! -dijo otro-. ¿Qué relente es ése?
Y aunque le paguen tarde, mal y nunca, él tan conforme en su sacerdocio; lo toma en serio, y le parece que nadie ha de tener opinión sobre las obras si él no la da. Ha hecho oposición a una placita en el Tribunal de Cuentas y la ha ganado. ¿Pues qué cree usted? El infeliz tiene que mantener a su madre, que está enferma; y yo, desde que me contó su historia, no le cobro nada por las medicinas.
Pasó cautelosamente de silla en silla, como una chicuela que desea escaparse, llegando de este modo hasta el comedor. Allí cobró ánimo, y poniéndose de pie, se aventuró francamente en un pasadizo inmediato. Casi tropezó con la doncella, que volvía al salón llevando más agua caliente para el té. La vieja la saludó con un bufido implacable. ¡Presumida!... ¡Fea!
A donde él va pronto es al nicho.... Pero los moribundos suelen tener doble vista, y puede que haya visto la mejoría de Valentín... voy corriendo, corriendo. ¡Cuánto me estorban estos malditos cuadros! ¡No dirán ahora que soy tirano y judío, pues rasgos de estos entran pocos en libra!... No me dirán que me cobro en pinturas, pues por estos apuntes, en venta, no me darían ni la mitad de lo que yo dí.
Ademas de que, como de contado entrabamos cediendo las tierras vertientes al Paraná, desde la cordillera al Yaguarey, ya no tendria cobro lo perdido. Por último, el trozo de cordillera existente segun las ídeas que tengo de ella y la esperiencia en estos países, no podr
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