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Precio, 20 centavos. =Nociones de Geografía Antigua ó Clásica.= Por TOZER. Un tomo encartonado y uniforme con nuestra serie de CARTILLAS de las cuales forma parte. Precio, 30 centavos.

Aunque colocada y movida con suprema elegancia esta Venus, no es una diosa, sino una bellísima mortal. Emilio Michel dice de ella que «no tiene nada común con la divinidad clásica a que nos han acostumbrado las obras de los maestros italianos» . Quien así representaba a los dioses inmortales no había de tratar con mayor consideración a los filósofos que dudaban de ellos.

No es frondoso y quebrado como el Retiro, ni presenta variación de ninguna clase; es una línea recta que se prolonga indefinidamente con cierta severidad clásica y municipal convidando a los graves y tranquilos sentimientos. La línea recta tiene también sus encantos, por más que yo prefiera la curva, como ya he tenido el honor de decir en tres distintas ocasiones.

Era aquella, por fortuna, tierra clásica de amas de cría, de las más afamadas de la provincia; y en tan pequeño vecindario, sin más que extender un poco sus pesquisas por aquellos contornos, encontró Bonis dos buenas vacas de leche de aspecto humano, porque en aquella región venía a ser una especie de industria inmoral y de exportación el servicio que él solicitaba.

Se había cantado el primer acto; la Borghi y la Scalchi electrizaban al público y en la sala no se escuchaba sino el eco del entusiasmo y de los elogios. Una noche clásica de ópera en Colón reúne todo lo más selecto que tiene Buenos Aires en hombres y mujeres.

En las poesías escritas en lengua arábiga por españoles y en España, aunque durante la dominación muslímica, no hallo difícil percibir, á través de la forma clásica tomada de la antigua poesía del Yemen y de la imitación de los verdaderos poetas árabes más famosos y celebrados, algo, y no poco, en el sentir y en el pensar, nacido en corazones y espíritus españoles, y que casi de seguro no hubiera nacido jamás en el alma de un moro de Africa ó de un beduino de Arabia.

Enfrente se levanta un paredón ruinoso, resto de un antiguo palacio; a la derecha veo las ruinas de una iglesia, con la portada clásica casi intacta, con un arco ojival fino y fuerte, que se destaca en el cielo radiante y deja ver, en la lejanía, entre su delicada membratura, el ramaje seco de un álamo erguido en la llanura inmensa... A la derecha, otra iglesia ruinosa permanece cerrada, silenciosa, y se desmorona lenta e inexorablemente.

Pero Conchita torció otra vez el gesto con expresión de protesta. No; yo no quiero diamantes. ¡Para como los ganan muchas!... Yo soy clásica, como dice Isidro, y no me presto a ciertas cosas. A me gusta como Dios manda, ¿se entera usted?... como Dios manda.

También en los libros sagrados y en la literatura clásica encontraba argumentos en su apoyo.

El Olimpo pagano era un semillero de aventuras eróticas: Júpiter y Apolo perseguían a las ninfas como los banqueros de nuestro siglo a las costurerillas; Venus y Juno tenían caprichos como nuestras grandes damas, se prendaban de la gallardía varonil, y escogían amante entre semidioses de segunda fila y rústicos pastores. La antigüedad clásica, no deja, sin embargo, de llevar ofrendas a las aras.