Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de mayo de 2025
Los grillos y las cigarras cantaban libremente; voces humanas se oían pocas, y esas eran blasfemias; tal vez envidia de los animalillos, desahogo propio de gente forzada del rey que iba a las galeras.
Ulises iba á exponer rudamente sus dudas sobre el equilibrio mental de la enfurruñada viuda, cuando les interrumpió la doctora. Contemplaba la palúdica llanura de acantos y helechos vibrante bajo la estridencia de las cigarras, y este espectáculo de verde desolación la hizo evocar el recuerdo de las rosas de Pestum cantadas por los poetas de la antigua Roma.
Hablaba pues animadamente Araceli con Gonzalito en un rincón; hablaba en otro con no menor animación el chico de Domínguez con una de las chicas de Mínguez; y distribuidas por la estancia en butaquitas y sillas volantes charlaban las señoras con zumbido de cigarras a la hora de la siesta.
No porque las cigarras duerman, no; antes bien porque Azorín se duerme a sus roncos sones. La habitación está en la penumbra; fuera, en los olmos, comienza la sinfonía estrepitosa... Las cigarras caen sobre los troncos de los olmos lentas, torpes, pesadas, como seres que no conceden importancia al esfuerzo extraestético. Son cenicientas y se solapan en la corteza cenicienta.
El sol inundaba de luz las soledades del espacio, animando y engrandeciendo el vastísimo paisaje. Largos y monótonos zumbidos de cigarras y de otros insectos voladores poblaban el aire de un sordo y soñoliente murmullo, que convidaba á la siesta. Callaban las aves, adormecidas por el calor, y callaban también los hombres, atentos al deicidio que se preparaba en los cielos.
Otras, las más resueltas, dedican sus esfuerzos a la caza de cigarras y otros bichos temerosos. Pero luego tornan a juntarse porque hay una chica muy aturdida que apuesta a encaramarse en un árbol si la ayudan, y hay otra maligna que dice que sí, que ella la ayudará. Manos a la obra. Empezó la animosa joven, que se llama Consuelo, a poner sus piececitos en las rugosidades del roble más asequible.
Cerré el molino gruñendo y coloqué la llave debajo de la gatera. Tomé el garrote y la pipa, y eché a andar. Llegué a Eyguières próximamente a las dos. El villorrio estaba desierto, todo el mundo en el campo. En los olmos, junto a la acequia, blancos de polvo, cantaban las cigarras como en pleno Crau.
Voy a conducir a ustedes ahora a una linda y pequeña ciudad de Argelia, a doscientas o trescientas leguas del molino, para que pasen allí el día... Esto nos hará cambiar un poco de tantos tamboriles y cigarras... ...Amenaza lluvia; el cielo está gris, la bruma envuelve las crestas del monte Zaccar.
Ya ve cuán lejos estamos de la fábula ofensiva para la moral y la verdad, y cómo se transforman radicalmente los caracteres de sus protagonistas. Cuando la primavera empieza á caldear el suelo, se animan las larvas que depositaron las cigarras muertas en el año anterior.
Sin embargo, nadie podía enseñar la casa natalicia de esta gloria de la localidad. El gran Simoulin era del Sur de Francia, un meridional del país de los olivos y las cigarras, que había llegado siendo muy joven á la ciudad, para encargarse del Museo-Biblioteca en formación.
Palabra del Dia
Otros Mirando