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Actualizado: 28 de junio de 2025
Cuénteme usted lo que ha pasado en el Nepomuceno dijo mi amo con el mayor interés . Aún me cuesta trabajo creer que ha muerto Churruca, y a pesar de que todos lo dan como cosa cierta, yo tengo la creencia de que aquel hombre divino ha de estar vivo en alguna parte». Malespina dijo que desgraciadamente él había presenciado la muerte de Churruca, y prometió contarlo puntualmente.
Aquella noble vida se había extinguido a los cuarenta y cuatro años de edad, después de veintinueve de honrosos servicios en la armada, como sabio, como militar y como navegante, pues todo lo era Churruca, además de perfecto caballero.
Hablaron luego del tema ordinario en aquellos días, de si salía o no salía la escuadra, y el marino se expresó largamente con estas palabras, cuya substancia guardo en la memoria, y que después con datos y noticias históricas he podido restablecer con la posible exactitud: «El almirante francés dijo Churruca , no sabiendo qué resolución tomar, y deseando hacer algo que ponga en olvido sus errores, se ha mostrado, desde que estamos aquí, partidario de salir en busca de los ingleses.
Gravina era un buen jefe de división; pero nada más. La previsión, la serenidad, la inquebrantable firmeza, caracteres propios de las organizaciones destinadas al mando de grandes ejércitos, no las tuvieron sino D. Cosme Damián Churruca y D. Dionisio Alcalá Galiano.
A bordo del Rayo, donde me embarqué esta mañana, pregunté por ti, por el San Juan; mas nada consolador me dijeron, sino, por el contrario, que Churruca había muerto, y que su navío, después de batirse con gloria, había caído en poder de los enemigos. ¡Figúrate cuál sería mi ansiedad! ¡Qué lejos estaba hoy, cuando rescatamos al Santa Ana, de que tú te hallabas en él!
Las proporciones gigantescas que tomaban las almas, parecía que las tomaban también los cuerpos; y al ver cómo infundíamos pavor a fuerzas seis veces superiores, nos creíamos algo más que hombres. »Entre tanto, Churruca, que era nuestro pensamiento, dirigía la acción con serenidad asombrosa.
El tío Frasquito no podía ya con las piernas, y esforzábase en vano por discurrir algo parecido a la hazaña de Churruca en Trafalgar, cuando privado también de una de las suyas por una bala de cañón, siguió mandando el combate desde el puente del navío metido en un tonel de afrecho.
Cuando Churruca se marchó, Doña Flora y mi amo hicieron de él grandes elogios, encomiando sobre todo su expedición a la América Meridional, para hacer el mapa de aquellos mares. Según les oí decir, los méritos de Churruca como sabio y como marino eran tantos, que el mismo Napoleón le hizo un precioso regalo y le colmó de atenciones. Pero dejemos al marino y volvamos a Doña Flora.
Rompiose el fuego entre el Santa Ana y Royal Sovereign, y sucesivamente todos los navíos fueron entrando en el combate. Cinco navíos ingleses de la división de Collingwood se dirigieron contra el San Juan; pero dos de ellos siguieron adelante, y Churruca no tuvo que hacer frente más que a fuerzas triples.
Sus jumeras eran siempre una fuerte emersión de lágrimas patrióticas, porque todo lo decía llorando. Allí brindó por los héroes de Trafalgar, por los héroes del Callao y por otros muchos héroes marítimos; pero tan conmovido el hombre y con los músculos olfatorios tan respingados, que se creería que Churruca y Méndez Núñez eran sus papás y que olían muy mal.
Palabra del Dia
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