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Actualizado: 3 de junio de 2025


Es preciso. Tiene V. que decir algo, claman todos. Désele pie forzado; que diga una copla á cada uno. Yo le daré el pie: Á don Braulio en este día. Señores, ¡por Dios! No hay remedio. En mi vida he improvisado. No se haga usted el chiquito. Me marcharé. No se sale de aquí sin decir algo. Y digo versos por fin, y vomito disparates, y los celebran, y crece la bulla y el humo y el infierno.

228 Y como con la justicia no andaba bien por allí, cuanto pataliar lo vi, y el pulpero pegó el grito, ya pa el palenque salí como haciéndome chiquito. 229 Monté y me encomendé a Dios, rumbiando para otro pago, que el gaucho que llaman vago no puede tener querencia, y ansí de estrago en estrago vive llorando la ausencia.

Al mirar a su hijo, la llama de su ira se avivó más. «¡Decir que no es hijo de su padre...! ¡Qué infamia! La despedazaría sin compasión ninguna. ¡Inocente!, ¡tan chiquito y ya le quieren deshonrar! Pero no le deshonrarán, no, porque aquí está su madre para defenderle; y al que me diga que este no es el hijo de la casa, le saco los ojos.

Existía pendiente una apuesta ruidosa, en la que se interesaban todos los notables de Gallarta. El Chiquito de Ciérvana, el barrenador famoso, había recibido una especie de reto de un desconocido de Guipúzcoa, para que midiese sus fuerzas con él. El encuentro debía verificarse en Azpeitia, el centro de las fiestas vascas.

Pues que si se le ofrece a usted algo no estando yo aquí, avise a D. Plácido, al cual se ha encargado que se ponga a las órdenes de usted si lo necesitara». Claro dijo Fortunata rebosando de orgullo inocente ; como que Plácido es todo de la casa, y desde chiquito no hace más que llevar recados de los señores, y servirles en mil menudencias.

Vamos al cielo, vida mía respondió la desdichada con los ojos nublados por las lágrimas. ¿Vamos con papá? No pudo responder; se le hizo un nudo en la garganta. ¿Vamos con papá? insistió el chiquito. Detúvose un instante para tomar aliento. , vamos a verle, rico mío dijo al cabo. ¿No quieres ir al cielo con él? No; yo contigo.

El abad, guiñando picarescamente el ojo izquierdo, escancióle otro vaso, que él tomó a dos manos y se embocó sin perder gota; en seguida soltó la risa; y, antes de acabar el redoble de su carcajada báquica, dejó caer la cabeza, muy descolorido, en el pecho del marqués. ¿Lo ven ustedes? gritó Julián angustiadísimo . Es muy chiquito para beber así, y va a ponerse malo.

Pasó una hora sin que ningún incidente alterase la marcha de la lucha. El guipuzcoano abría sus perforaciones, pasando de una á otra sin levantar la vista. El Chiquito le llevaba aún un agujero de ventaja como al principio del combate. Los mineros de Bilbao continuaban en su alegría insultante. ¡Aún admitían apuestas!

Ellos no gozarían la victoria por completo de no presenciarla su ilustre amigo. Y el doctor, que habituado al afecto de aquellos admiradores rudos y entusiastas, no podía separarse de ellos, acabó por ser de la partida. En fuerza de oírles hablar de la apuesta sentía interés por ella. Era el único que dudaba del triunfo. La gente de Azpeitia debía conocer el trabajo del Chiquito.

Para la Misión á los Curacates no quiso llevar en su compañía el P. Zea ningún indio Chiquito, porque no temiesen aquéllos y huyesen; y así se fué sólo con algunos Morotocos.

Palabra del Dia

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