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Actualizado: 13 de octubre de 2025


«Ese hombre nos pierde a todos». Estos eran los comentarios en los balcones. Y después de cerrarlos, continuaban dentro las censuras. Muchas amistades perdió De Pas aquella tarde. Sin que se supiera cómo, llegó a ser un lugar común, verdad evidente para Vetusta, que «Barinaga había muerto como un perro por culpa del Magistral».

Y luego, si por casualidad aciertan, insistirán en sus censuras, llenando de vituperios a los pobres perdidosos. ¿No se lo dije yo a usted? Si era infalible... Yo prefiero ganar diez duros a negro murmura una voz que 1.000 pesetas a encarnado. ¡Qué quiere usted! Es una manía. Además, no me sería posible jugar a encarnado. ¡Hace ya noventa y un años que juego a negro...!

Leonor Forteza y Valls, viuda de Gregorio Forteza, de oficio que fue botiguero; natural y vecina de esta Ciudad, de edad de setenta y cinco años, cuando murió el año pasado de 1678 por delitos de judaismo: salió al Auto en estátua con insignias de reconciliada: leyósele su sentencia con méritos, declaróse haber sido hereje, apóstata, judaizante y absuelta de las censuras, con confiscación de bienes.

Aquí se oían alabanzas a los dueños de la casa, dichas en voz alta; allá se agrupaban otros a murmurar censuras; unos buscaban a sus conocidos; saludaban todos a los duques; los más serios o curiosos examinaban en los salones inmediatos las obras de arte coleccionadas con exquisito gusto, o los libros de lujo, puestos sobre las mesas de riquísimas incrustaciones; y los jóvenes, juntos con los viejos alegritos, parados en las puertas, pasaban revista a las que entraban, cambiando apretones de manos, diciendo lisonjas o recibiendo miradas que parecían señas.

El jefe, para evitar hablillas y censuras, se disculpará fácilmente. ¿Saben ustedes cómo? Dirá que el pobre meritorio metía la mano en el cajón; que vestía bien, que frecuentaba los teatros.... ¡Qué ironía! ¡Los ¡teatros de Villaverde! ¿De dónde salía dinero para todo esto? ¡Pues ya lo sabe todo el mundo! ¡Del cajón! Hay otro medio más expedito. ¿Cuál?

Verdad es que su señoría ilustrísima no anduvo nunca parco en esto de entredichos, censuras y demás actos terroríficos, como lo prueba el hecho de que antes de que la Inquisición viniera a establecerse por estos trigales, el señor Loayza celebró tres autos de fe.

Muchas i mui graves i justisimas censuras han caido sobre este rei, por tan atroces é inhumanos hechos.

Obstáculos que parecían invencibles y de los que la misma imaginación se espanta, la distancia de nuestra posición, el tener que rehusar la mano de Eudoxia, las censuras de la gente, el orgullo de mi madre, su maldición tal vez; ¡qué porvenir más siniestro y más amenazador!

Clotilde lo aceptaba de buen grado: ella tan desdeñosa con los autores más eminentes, se estiraba y se encogía ahora como blanda cera en las manos de este muñeco insulso. Era de ver la humildad con que aceptaba sus correcciones, y la inquietud que la causaban las censuras: mientras duraba el ensayo tenía los ojos puestos constantemente en él, espiando como esclava sumisa los deseos de su dueño.

Hízose cabeza de proceso contra ellas, formóse pleito en forma, nombrando parte para que las defendiese; llegó el tiempo de sentenciarse, y la sentencia fué: que con censuras fuesen echadas de la iglesia. ¡Cosa rara!

Palabra del Dia

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