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Actualizado: 2 de mayo de 2025


No existían en ella judíos de religión. Hacía siglos que había quedado disuelta la última sinagoga. Todos se habían convertido en masa, y los rebeldes fueron quemados por la Inquisición. Los chuetas de ahora eran los católicos más fervorosos de Mallorca, llevando a sus creencias un fanatismo semita.

Sentía ese indeciso vivir, esa suspensión de contacto con la realidad, ese columpiamiento sobre la vida, que producen en nuestro ser las grandes aventuras del alma. Además, la tentación descabalaba su juicio, cortaba en pedazos sus ideas y no las dejaba ligarse. En vano la conciencia quería formular el peligro que sus sentimientos católicos habían de correr bajo el hechizo de mujer tan hermosa.

Es decir, que la segunda barbarie demoledora de monumentos; la barbarie que en otras regiones de España destruyó, blanqueó, reformó y afeó tantas y tan preciosas obras artísticas en los tiempos que median entre los Reyes Católicos y Carlos III, no llegó á las orillas del Tormes. Esta piedra, llamada franca, se encuentra á una legua de la ciudad, cerca de Villa Mayor.

Para no ser injustos con el gobierno, que ejercía esta presión, ni con el pueblo, que la experimentaba, debemos añadir que este sistema se fundaba en una razón aceptada y recibida en todos los países católicos, y que la Inquisición española sólo puede condenarse en su manera de proceder, no en su principio, puesto que las mismas ideas predominaban en una gran parte de Europa.

La desgracia vino á arrebatar la vida en el mismo año de 1500 á fines de julio al infante D. Miguel, hijo del rey D. Juan de Portugal, último vástago en la línea masculina de los reyes Católicos D. Fernando y Doña Isabel, recayendo por consecuencia la corona de España, en la madre de Doña Leonor y D. Cárlos.

De otra manera nada se explica. ¿En qué consiste que estuviese España tan alta en tiempo de los Reyes Católicos y que esté tan baja ahora? ¿Valen menos los hombres del día? No lo ; pero me inclino á creer que no.

Á la conclusión de éste, sin embargo, comienza á nublarse algún tanto el brillo y la gloria del pueblo español, que tan esplendentes fueron en el reinado de los Reyes Católicos y del emperador Carlos V. Felipe II fué el primero de aquella larga serie de monarcas, que disminuyeron el bienestar de sus súbditos con su política estrecha y absurda.

En las paredes se confundían en lamentable mezcolanza paisajes tranquilos y azulados, pintados en Canton y en Hong Kong, con los cromos chillones de odaliscas, mujeres semidesnudas, litografías de Cristos femeniles, la muerte del justo y la del pecador, hechas por casas judías de Alemania para venderse en los países católicos.

Pasé á Inglaterra, donde las mismas contiendas ocasionaban los mismos horrores. Unos santos católicos, en obsequio de la iglesia, habian determinado volar con pólvora el rey, la familia real, y todo el parlamento, y librar la Inglaterra de tanto herege.

Y, sin embargo, un excesivo celo por la religión, un celo imprudente y ciego, pudo nublar con hechos indignos de su grandeza la gloria de los Reyes Católicos, del emperador don Carlos, de su hijo don Felipe; pero no la mancilló la codicia mortal, la sed infame del dinero; los moriscos fueron perseguidos, ¡pero no fueron robados! ¡Robados!

Palabra del Dia

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