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Actualizado: 20 de julio de 2025


Verdad era que un gran número de sus amigas, tan lindas como ella, ciertamente, no se casaban por falta de dote suficiente. ¿Y si Diana decía lo cierto, si la razón que decidía a Huberto a preferirla a las otras se apoyaba en tal motivo?... Sintió en su corazón una emoción angustiosa.

La ponían en un convento para moldearla de nuevo, después la casaban... y tira y dale. Figurábase ser una muñeca viva, con la cual jugaba una entidad invisible, desconocida, y a la cual no sabía dar nombre. Ocurriole si no tendría ella pecho alguna vez, quería decir iniciativa... si no haría alguna vez lo que le saliera de entre .

Pero ¡ahora!... Ahora él, aunque no sabía leer, se enteraba de las cosas del mundo cuando iba a San José los domingos y hablaba con el secretario del Ayuntamiento y otras personas letradas que leían periódicos. Los reyes se casaban con reinas y las pastoras con pastores. Se acabaron los buenos tiempos.

Los accionistas se casaban con personas de sangre real: dos reyes de los Balkanes se hacían la guerra, disputándose la mano de una hija del cuarto vicepresidente de la sociedad explotadora.

Sólo en muy contadas circunstancias, cuando se casaban los reyes, se firmaba una paz o se inauguraba una capilla en una catedral, celebrábanse tales sucesos con corridas de toros. Ni había regularidad en la repetición de estas fiestas, ni se conocía el lidiador profesional.

Al principio se le había figurado que ella, con un poco de arte, hubiera podido conquistar a cualquiera de aquellos nobles ricos que se divertían con todas y se casaban con la de mayor dote. Pero le pareció una indignidad asquerosa semejante idea; ni una sola vez trató de ensayar sus recursos y prefirió creer a su tía: aquellos aristócratas interesados no eran maridos posibles.

El no iba a misa, pero sentía gran respeto por la religión, como una autoridad más de las que hacen marchar al hombre derecho. Por eso deseaba casarse como Dios manda. Aquella pájara que tanta guerra le dio en su matrimonio debía de haber muerto; habría reventado en el Hospital de San Juan de Dios o en medio de la calle. Sólo faltaba sacar el «mortuorio», y se casaban inmediatamente.

Pero, padre interrumpió la abuela, que perdía la paciencia, ¿hacían falta tantas ceremonias en otro tiempo para casarse? Los padres presentaban un partido conveniente, y las jóvenes se casaban sin decir palabra. Nadie pensaba en estas dilaciones de que usted habla, y que no comprendo más que cuando una joven es llamada hacia Dios...

En otro tiempo, la joven era educada exclusivamente para el matrimonio, y se trataba de formarle un carácter fácilmente maleable para asegurar la felicidad conyugal. Las ricas se casaban todas. Hoy no es ya lo mismo. Al lado de las muchachas sin dote, que no encuentran con quién casarse, existen las jóvenes de dote pequeño o mediano, que no son más buscadas por los hombres.

No era obstáculo para esto la niñez, más bien moral que física, de D. Diego, pues siendo entonces costumbre emparentar lo más pronto posible a los mayorazgos, los casaban fresquitos y antes que tuvieran tiempo de asomar las narices por las rendijas de la puerta del mundo, donde, al decir de D. Paco, no había sino perdición y desvanecimiento para la juventud, porque las dulzuras de la copa de los placeres duraban breves instantes, mientras que sus amargas heces trascendían por luengos años.

Palabra del Dia

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