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Actualizado: 18 de julio de 2025
Unas puertas ostentaban el falo, para conjurar el mal de ojo; otras un par de serpientes enroscadas, símbolo de la vida familiar. En los rincones de las callejuelas, un verso latino grabado en el muro rogaba al transeúnte que se abstuviese de sucios desahogos. Vivían aún en las paredes de estuco caricaturas y monigotes, obra de los pilluelos del siglo de César.
Al principio, las figuras groseras y mal pergeñadas representaron escenas de la vida privada, murmuraraciones de vecinos; pero después la sátira se remontó, metiéndose de rondón en la política, y las fallas se convirtieron en burlas al gobierno y caricaturas de la autoridad. Las niñas de doña: Manuela despreciaban la fiesta que se preparaba.
No defendía, sin embargo, su tesoro, pues me lo había confiado hasta su vuelta, y lo que de él tenía en más estima, consistía en una rama del sauce que cubría el sepulcro de Napoleón, un zapato de raso de una bolera, tamaño como una nuez, y una colección de caricaturas de lord W..., su tío. Eso pinta al hombre dijo el general. Pero yo no hago más que charlar dijo Rafael . Adiós, prima.
Los personajes de Don Lucas, fatuo instruído, ostentoso y pedante, y de su hermana, la solterona Alfonsa, vieja y presumida, son, como caricaturas burlescas, de todo punto inimitables; las escenas ridículas de la posada, en donde los diversos huéspedes, engañados por la obscuridad, se equivocan del modo más extraño al acudir á sus citas, bastan para mover á risa al más triste hipocondriaco; y el enredo ó la trama de la misma comedia, esto es, el empeño de Don Lucas en casarse con una dama joven y bella, sirviendo de juguete á ésta y á su propio sobrino, se describen con habilidad y gracia incomparables.
Los diarios locales le darían entonces pormenores... Encontraría que lo ha mencionado el comisario, al pedir refuerzo de la policía local... En los archivos escolares habrá posiblemente algún parte del maestro explicando la batahola aquella que armaron sus discípulos con motivo del famoso capitán... Hasta se podía reconstruir su retrato físico con las caricaturas del semanario cómico...
Si no había teatro, y esto era muy frecuente en Vetusta, se quedaba en su gabinete donde recibía a los amigos y amigas que quisieran hablar de sus cosas, mientras ella leía periódicos satíricos con caricaturas, revistas y novelas. Sólo intervenía en la conversación para hacer alguna advertencia del género de los epigramas del Arcipreste, su buen amigo.
El cuadro se ofrece allí con una pasmosa energía, presentando á la sociedad de Lóndres como uno de esos suntuosos palacios, entre cuyos bajos relieves, mármoles, cornisas doradas y preciosos mosaicos se complace la brutalidad de los ociosos en trazar caricaturas y mamarrachos con carbon, ó pegotear inmundicias de todo género.
Caminaban gravemente, como dos caricaturas de la riqueza y el clero, sin prestar atención a las risas de los curiosos, y se metieron en la taberna del Manco para hablar de sus asuntos entre dos «tintas». Isidro y Feliciana sentían impaciencia por verse en su casita. Dudaron un instante ante la puerta de un café, no sabiendo si almorzar en él.
Por cualquier tontería que este dijese, su mujer soltaba la carcajada. Las crudezas de estilo popular y aflamencado que Santa Cruz decía alguna vez, divertíanla más que nada y las repetía tratando de fijarlas en su memoria. Cuando no son muy groseras, estas fórmulas de hablar hacen gracia, como caricaturas que son del lenguaje.
Muerta la dama, un diario de caricaturas publicó un dibujo representando la Tercera Avenida llena de niños, que corrían de un lado a otro jugueteando. Al pie, esta leyenda: «La Tercera Avenida, dos años después de la muerte de Missis X.». Paréceme que en cualquier otro país del mundo las costillas del caricaturista no habrían quedado intactas.
Palabra del Dia
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