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Actualizado: 1 de junio de 2025
Es raro que este mísero grano haya sido bastante para poner en comunicación, desde los tiempos más remotos, a los habitantes de Europa con los de la India. Ya en el tiempo de los romanos era un artículo importantísimo, que se expedía en grandes remesas desde la India y llegaba a Europa a través del Océano Indico y el mar Rojo. Pagábasela a tan altos precios, que se hizo proverbial su carestía.
Y no le digas más, ni yo quiero decirte más a ti, sino advertirte que consideres que esta segunda parte de Don Quijote que te ofrezco es cortada del mismo artífice y del mesmo paño que la primera, y que en ella te doy a don Quijote dilatado, y, finalmente, muerto y sepultado, porque ninguno se atreva a levantarle nuevos testimonios, pues bastan los pasados y basta también que un hombre honrado haya dado noticia destas discretas locuras, sin querer de nuevo entrarse en ellas: que la abundancia de las cosas, aunque sean buenas, hace que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo.
No podemos menos de recordar con dolor la terrible carestía que la afligió á mediados del siglo XVII: como si tantas calamidades políticas no bastasen aun para abatirla, castigóla Dios con este nuevo azote. El hambre llegó á tal estremo, que armados los ciudadanos en número de diez mil, se arrojaron á la calle y forzaron los graneros de los particulares.
Habíase roto, no sé por qué causa, la antigua paz y amistad entre los indios Guaraníes y la nación de los Guanoás; los ánimos de éstos estaban tan exasperados, que habían jurado de no dejar con vida á cualquier Guaraní que cayese en sus manos; ni paraba aquí el daño de estas enemistades, sino que amenazaban también la total ruina y destrucción de la floridísima cristiandad del Uruguay y Paraná; porque los Guanoás no permitían que los cristianos, para la manutención de sus pueblos, que no usan otra comida que carne, pasasen el Uruguay á hacer provisión de vacas, de que solían juntar veinte ó treinta mil cada año en las vastísimas campañas que están á orillas del mar Atlántico; por lo cual la hambre y carestía afligía muchísimo á la gente de las Reducciones.
Señor gritaba él yo no sirvo para eso; no se me haga a mi hablar del tiempo, del mal servicio de criadas, de la carestía de los comestibles. ¡Exíjase de mí cualquier cosa menos hacer visitas de cumplido! Yo soy artista, no sirvo para esas nimiedades decía para sus adentros.
No es fácil de decir lo que al descubierto les han dado que sufrir los enemigos y ocultamente los amigos, la carestía de todo lo necesario para la vida humana, los profundos pantanos, inaccesibles montañas, bosques impenetrables, fieras, climas destemplados, sed, hambre, extrema desnudez, total abandono de todas las cosas y jurada guerra de todo el infierno.
Para ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras has de hacer dos cosas: la una, ser bien criado con todos, aunque esto ya otra vez te lo he dicho; y la otra, procurar la abundancia de los mantenimientos; que no hay cosa que más fatigue el corazón de los pobres que la hambre y la carestía.
Ajustadas las cosas en esta forma, se pusieron en camino, y tuvieron no poco qué hacer, primero con un bosque espesísimo en que gastaron algunos días para abrirle, después con la hambre, no hallando con qué sustentarse, sino una fruta silvestre que sola la carestía de otro manjar hacía dulce y sabrosa; conocióse entonces la ternura de afecto y la reverencia que tenían los gentiles al P. Lucas, porque viéndole descaecido, y que por la suma flaqueza apenas se podía tener en pie, le buscaban á costa de gran trabajo, algún poco de miel, y se quitaban la comida de la boca para tener con qué mantenerle sus fuerzas.
España es un país que abunda en fábricas de papel, aunque el producto es generalmente defectuoso. La proteccion económica prohibe la importacion del papel extranjero, y obliga á los Españoles á servirse del propio. ¿Cuál es el resultado? La triste carestía que se ha sufrido en 1859-60 prueba que la prohibicion solo sirve para dar un privilegio á la fabricacion nacional y mantenerla estacionaria.
Entre tanto crecía la carestía, lloraban los pueblos y se podía temer con fundamento que la peste ó la desesperación destruyese aquella ilustrísima iglesia.
Palabra del Dia
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