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Actualizado: 6 de junio de 2025


Tres veces al día, al romper del alba, á medio día y á la noche, juntos los niños y las niñas cantan á coros distintos gran número de oraciones y decoran de memoria lo que el Misionero les ha explicado del Catecismo. Todos los días de fiesta se junta el pueblo á oir algún punto de la doctrina cristiana ó sermón, después de haber cantado solemnemente la misa.

Continúa su sueño interrumpido, reforma su ideal alterado por un momento; y dícese, no sin razón, que es imposible que el mundo se ocupe tanto del amor, por nada; que no es posible que este gran sentimiento que llena la fábula y la historia, cantado por los poetas, glorificado por todas las artes, eterna ocupación de los hombres y de los dioses, no sea en realidad más que una quimera, y una quimera desagradable a más.

»¡Bien hayan tus campiñas y tus bosques! ¡Allí, con la conciencia del hombre honrado, verás, verás, Silvestre amigo, cuánto placer encuentro! ... sobre todo, cuando piense en el infierno de pasiones que aquí se agitan incesantemente, y cuando, mientras considere que en el mundo «... se están los hombres abrasando en sed insacible del no durable mando, tendido yo á la sombra esté cantado».

Dejemoslas, pues ya que es escusado Querer con flacas fuerzas conquistarlas, La fuerza el homenage ya han tomado, Será al mundo imposible debelarlas. Y pues en su servicio hemos cantado Aqueste canto, yo quiero rogarlas Para el siguiente dén favor y ayuda A nuestra lengua tosca, torpe y muda.

Y entonces, en ese profundo silencio, Azorín ha dicho: Orsi, toque usted algo de Beethoven... la última sinfonía... estamos solos... Y Orsi ha contestado: Beethoven... Beethoven... Azorín, un poquito de cognac por Beethoven. Y el violoncello, por última vez, ha cantado en notas hondas y misteriosas, en notas que plañían dolores y semejaban como una despedida trágica de la vida.

De suerte añadió con sonrisa de benévola ironía que el perfume de las flores, cantado por los poetas y que enloquece de placer a los temperamentos románticos, no es otra cosa en realidad que el olor de su excremento.

¡Pues qué, señor! contestó la condesa ¿No tiene la fama más que una trompeta guerrera? ¡Qué divinamente ha cantado esa mujer sin igual! ¡Con qué desenvoltura de buen gusto se ha presentado en la escena! Es un prodigio. Y luego, ¡cómo se comunican de uno en otro el entusiasmo y la exaltación! Yo, además, estaba muy contenta, viendo al duque tan satisfecho, a Stein tan conmovido...

Desde los poemas indios y griegos no se ha cantado con tanto entusiasmo la belleza objetiva, no se ha pintado el paisaje con la palabra de un modo tan perfecto como lo hacen hoy los naturalistas franceses. Han adquirido tal maestría en este género, su idioma claro y flexible les ofrece tanto recurso, que parece ya imposible alcanzar una visión más viva y penetrante del mundo que nos rodea.

En mi mocedad siempre andaba por las iglesias, y no de puro buen cristiano. Muchas veces me hubieran llorado en el asno si hubiera cantado en el potro. Nunca confesé sino cuando lo mandaba la Santa Madre Iglesia. Preso estuve por pedigüeño en caminos y a pique de que me esteraran el tragar y de acabar todos mis negocios con diez y seis maravedís: diez de soga y seis de cáñamo.

Su ambición de lustre abarcaba mucho más. ¿Qué era él todavía en la corte? ¿Quién hablaba del señor de los Peñascales, ni de la familia del señor de los Peñascales? ¿Qué periódico había cantado su opulencia, o la severa dignidad de doña Juana, o los atractivos de Julieta?

Palabra del Dia

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