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Actualizado: 6 de junio de 2025


12 También los hijos de Rubén y los hijos de Gad, y la media tribu de Manasés, pasaron armados delante de los hijos de Israel, según Moisés les había dicho. 13 Como cuarenta mil hombres armados a punto pasaron hacia la campiña de Jericó delante del SE

Se desteñía el cielo como un inmenso lavado de acuarela, dejando abajo, en su límite con la tierra, una cinta de vapor azul. El sol, descendiendo, ofuscó los ojos de Adriana con sus largas flechas amarillas, que se volcaban brillando a cada ondulación de la campiña.

Vimos al señor Domingo tomar en sus brazos sucesivamente a los dos niños. Aquel grupo animado de brillantes colores permaneció parado un momento en el verde sendero, destacándose en medio de la tranquila campiña iluminado por el fuego de la tarde, como envuelto de toda la placidez del día que acababa.

Como el gobierno no ejerce ninguna accion que concentre artificialmente en las grandes ciudades la poblacion de obreros y otras gentes en solicitud de altos salarios y una existencia de lujo, el campesino permanece fiel á su campiña.

El aviso misterioso había volado de los ventorros a los ranchos, por toda la extensa campiña, y cuantos trabajaban en ella acudían presurosos, creyendo llegado el momento de la venganza. Miraban con ojos feroces a Jerez.

Desde Bidarte el aspecto de la campiña hace comprender que se toca en las cercanías de la elegante Bayona, tan renombrada por sus campañas ó casas de campo.

Vió el valle, rubio y verde, sonriendo bajo el sol; los grupos de árboles; los cuadrados de tierra amarillenta, con las barbas duras del rastrojo; los setos, en los que cantaban pájaros; todo el esplendor veraniego de una campiña cultivada y peinada durante quince siglos por docenas y docenas de generaciones.

Está nevando copiosamente y hace un frío intensísimo. La campiña se halla cubierta de nieve. Paso el rato leyendo a Tácito y otros historiadores de la antigüedad que tanto gustan a mi madre. Seguramente, que estas aficiones de mi madre debieron nacer a consecuencia de su trato con los filósofos y literatos que, en otro tiempo, frecuentaban sus salones.

Al cabo, una gran luz argentada bañó súbitamente toda la campiña. La luna había aparecido entre dos nubes, bella y esplendorosa como una virgen que abre las ventanas de su aposento. Mas apenas hubo echado una mirada curiosa a nuestra comitiva, cuando los nubarrones se estrecharon, poniendo venda a sus ojos y dejando a la tierra triste y sombría.

Y hablaba del régimen de terror que reducía al silencio toda la campiña. La ciudad rica, odiada por los siervos del campo, velaba sobre ellos con un gesto cruel e inexorable para ocultar el miedo que les tenía. Los amos poníanse en guardia a la menor conmoción.

Palabra del Dia

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