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Actualizado: 17 de julio de 2025
Como el gobierno no ejerce ninguna accion que concentre artificialmente en las grandes ciudades la poblacion de obreros y otras gentes en solicitud de altos salarios y una existencia de lujo, el campesino permanece fiel á su campiña.
¿Qué hay? le dijo Martín . ¿Qué hace usted? Estas moscas fastidiosas contestó el campesino seriamente. Pero si no hay moscas. Sí las hay, sí replicó el hombre, dando de nuevo con el pañuelo. Rieron Martín y Bautista, y el campesino contó una porción de historias y de anécdotas. Yo no sé contar nada dijo el hombre varias veces . ¡Si estuviera Pernando! ¿Y quién era Pernando? preguntó Martín.
El dolor y el infortunio ofrecen a esas gentes un dominio de posibilidades mucho más vasto que el de la alegría y el placer; el campo de su imaginación es casi estéril en imágenes que alimenten los deseos y las esperanzas, mientras que está cubierto de recuerdos que son el eterno pasto del temor. «¿No existe alguna cosa que os agradaría comer?», le preguntaron a un viejo campesino que estaba muy enfermo y que había rechazado todos los alimentos que su mujer le había ofrecido. «No contestó , nunca he estado acostumbrado más que al alimento ordinario; y ya no lo puedo comer.» Su género de vida no había despertado en él ningún deseo de evocar el fantasma del apetito.
Por un refinamiento algo sibarítico, no fue el hortelano, ni su mujer, ni el chiquillo del hortelano, ni ningún otro campesino quien nos sirvió la merienda, sino dos lindas muchachas, criadas y como confidentas de Pepita, vestidas a lo rústico, si bien con suma pulcritud y elegancia.
Había dos hombres en Domingo: eso no era difícil adivinarlo. «Todo hombre lleva en sí mismo uno o muchos muertos», me había dicho sentenciosamente el doctor, que también sospechaba un gran renunciamiento en la vida del campesino de Trembles.
Fusiles tenemos, porque todo campesino guarda el suyo encima de la puerta; pero, desgraciadamente, nos hacen falta pólvora y balas. La anciana labradora se había tranquilizado súbitamente, y mientras recogía sus cabellos debajo de la cofia miraba hacia adelante, como al azar, con aire pensativo. Sí añadió Catalina bruscamente , pólvora y balas hacen falta, es verdad; pero ya tendremos.
¡Ah! si alguna vez se ha sentido un hombre desesperado, abatido y desengañado; si ha comprendido cuán inútil y sin objeto ha sido su vida triste y solitaria, ese hombre he sido yo. Intenté persuadirla de que me contara cómo ese rústico campesino la había obligado a que se casara con él, pero las palabras se anudaron en mi garganta y la emoción me ahogó.
No así el cernícalo de su sobrino, dechado de barbarie y grosería, ni menos el espolique Macabeo, admirable personaje, uno de los mejor hechos del libro, dentro del cual tiene él una novela propia y especial suya. ¡Cuántas veces ha presentado el señor Pereda al tipo del campesino montañés, y, sin embargo, no se ha repetido nunca!
La señora de Vitré, entre sus dos criadas, vestida, como ellas, con el traje nacional, parecido al hábito de los carmelitas, tenía un aspecto tan imponente como Penélope bordando las túnicas del joven Telémaco. Gastón de Vitré, bello como una joven de veinte años, llevaba la vida ruda y activa de un noble campesino.
Todos reían sus refranes, los términos rebuscados y raros de su expresión, sus consejos dichos en tono campanudo; y el viejo aceptaba el irónico elogio de los señores con la simpleza del campesino andaluz, que aún parece vivir en la época feudal, siervo del amo, aplastado por la gran propiedad, sin esa independencia enfurruñada del pequeño labrador que tiene la tierra por suya.
Palabra del Dia
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