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Salí de aquel consultorio como un hombre beodo. He dicho que muchas veces había deseado la muerte, y sin embargo, aquel día amaba yo la vida, a pesar de mis horribles sufrimientos. Embargada mi mente, como debe suponerse, caminé hacia mi casa por calles apartadas, temeroso de encontrar alguna persona conocida.

Voy á dar aquí una indicacion de estos diversos vehículos de comunicacion. Camine de Guarayos á Moxos por el rio de San-Miguel. Siete ó ocho dias se emplean para ir del pais de los Guarayos al Cármen de Moxos; bajando en canoa, como sesenta leguas hácia el norueste, por el rio de San-Miguel, cuyos bordes en la proximidad de Guarayos presentan un aspecto sumamente variado.

Manda decir a vuestra merced que prosiga su viaje, e se quite las barbas, e camine mucho, mucho, ocultando su nombre. Luego, bajando los párpados y ruborizándose bajo el polvo blanquecino que velaba su rostro, agregó que ella venía a ponerse a su servicio y que estaba dispuesta a seguirle como paje, adondequiera que fuese.

Pero tiene la ventaja de estar dentro de la población. Parece hecho para la gente de negocios que dispone de poco tiempo para pasear. Los días de trabajo no suele haber mucha concurrencia: en cambio los domingos no hay quien camine libremente por allí, lo cual declara bien paladinamente la condición social de sus habituales concurrentes.

Anduvimos este dia tres leguas, por haber parado á mediodia. El 13 caminamos al salir el sol, y á poco paré, por haber enfermado, y me mantuve el 14. El 15 caminé á las diez del dia: á la legua se halla una canal, con sonda de menos de vara: sigue una encumbrada barranca al lado del N, como de una legua.

La diferencia entre el éxito dichoso, ya en la realidad ya en el sueño, es que en la realidad depende en gran parte de lo que llama el vulgo caprichos de la fortuna, o sea de lo que los juiciosos y piadosos califican de inescrutables designios de Dios, a fin de que se cumpla el plan maravilloso de la historia y de que camine la humanidad hacia su término con dirección invariable y segura.

Quería escaparme á toda costa, ya para morir, ya para recobrar mis fuerzas y la tranquilidad de mi espíritu en la soledad. Sin saber fijamente á dónde dirigía mis pasos, salí de la ruidosa ciudad y caminé hacia las altas montañas, cuyo dentado perfil vislumbraba en los límites del horizonte. Andaba de frente, siguiendo los atajos y deteniéndome al anochecer en apartadas hospederías.

Esta mañana salí á caballo, costeando el rio agua arriba, y reconociendo el terreno de sus márgenes, y cuanto mas arriba es mejor tierra: caminé como seis leguas, y llegué bordo con una hora de noche. Este dia lloviò mucho, por lo que no pude salir de á bordo. De la misma suerte estuvo lloviendo con los horizontes cerrados. Asimismo se mantuvo lloviendo hasta el mediodia.

Vieron que atravesaba el alambrado, y un instante creyeron que se iba a equivocar; pero al llegar a cien metros se detuvo, miró el grupo con sus ojos celestes, y marchó adelante. ¡Que no camine ligero el patrón! exclamó Prince. ¡Va a tropezar con él! aullaron todos.

Observamos á una y otra márgen del rio repetidas cejas de monte y barrancas salitrosas: da el rio repetidas vueltas de N á S, y una al poniente. El 1.º de este mes caminamos 13 leguas: á las 6 leguas encontré con una rancheria de Mataguayos, á la parte del N, como unos 100: regaléles un poco de bizcocho, y caminé.