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Aquí es donde yo duermo la siesta cuando me canso de andar por el campo. En uno de los ángulos había una soberbia cama de roble tallado y enteramente negro por los años. Era una de esas camas del siglo XV que vuelven locos a los anticuarios. Las colgaduras antiquísimas también. Sobre los colchones estaba extendido un tapiz moderno de damasco.

Pusimos nuestro hatillo, acomodamos las camas y lo demás, y dormimos aquella noche.

Salió en esto el huésped, en camisa, los pies en unas empanadas de frenegal, cinchado con una faja de grana de polvo al estómago, y un candil de garabato en la mano, diciendo que se sosegasen, que aquel ruido no era de cuidado, que se volviesen á sus camas, que él pondría remedio en ello.

Mientras se dormían, papá y tiita habían de estar bien pegaditos a las camas sin moverse. Si mantenían conversación entre , las niñas se agitaban y tardaban mucho más en conciliar el sueño. Así que procuraban guardar silencio, o cambiar solamente palabras sueltas en voz baja. Cecilita no podía dormirse sin tener cogida una oreja de su tía.

Y no para aquí su magnanimidad, sino que rescata cautivos, proporciona médicos y camas a los pobres, convierte a buen vivir a las mujerzuelas baldías. En Almería y en Maqueda ha fundado algunos conventos; en Torrijos también ha fundado uno; y además un hospital, y además ha mandado construir una iglesia.

Allá en el fondo entre las camas de los esposos pendía un crucifijo. En uno de los paseos los ojos de don Germán tropezaron con él. Quedó inmóvil, clavado al suelo, los ojos fijos en aquella imagen sangrienta. ¿Cuánto tiempo estuvo así? ¿Una hora? ¿Un minuto? Jamás pudo él mismo saberlo. Al fin dejó escapar un suspiro, se tapó el rostro con las manos y cayó de rodillas sollozando.

13 Y de los otros, ninguno osaba juntarse con ellos; con todo eso el pueblo los alababa grandemente. 15 Tanto que echaban los enfermos por las calles, y los ponían en camas y en lechos, para que viniendo Pedro, a lo menos su sombra tocase a alguno de ellos.

Los hombres armados se esparcieron por las habitaciones en busca de enemigos. Metían las bayonetas debajo de camas y divanes. Otros, con un automatismo destructor, atravesaron los cortinajes y las ricas cubiertas de los lechos.

Es un modesto dormitorio de campesino, con dos grandes camas. Las paredes no están empapeladas; vense descubiertas las vigas del techo... Hace cuatro años, cuando la Academia concedió al autor de Mireya el premio de tres mil francos, ocurriósele a la señora Mistral una idea. ¿No te parece que empapelemos tu alcoba y le pongamos cielo raso? preguntó a su hijo. ¡No, no! repuso Mistral.

Sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptos sobre mi altar; porque mi Casa, Casa de oración será llamada de todos los pueblos. 8 Dice el Señor DIOS, el que junta los echados de Israel, Aun juntaré sobre él sus ayuntados. 9 Todas las bestias del campo, todas las bestias del monte, venid a devorar. 2 Vendrá la paz, descansarán sobre sus camas todos los que andan delante de él.