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Actualizado: 7 de mayo de 2025
La propiedad que tienen estos animales de acudir al resplandor del fuego la aprovechan los filipinos para pescarlos sin gran trabajo: encienden hogueras en las vintas y en la playa, y cuando acuden los clavan con el arpón. Otras veces emplean una red con bolsas donde caen los peces al saltar.
Veamos, é interroguemos, y recojamos con atencion las respuestas. Dime, hermosa africana, ¿por qué estás triste? ¿por qué palidece el ébano en tus lánguidas megillas y se estingue el fuego en tu mirada? ¿No se deslizaban felices tus dias en este encantado y magnífico recinto, descuidados como esas cuentas de coral que por el roto hilo de tu gargantilla caen á ese tapiz de flores?
Y por eso los nombres De redentores fuertes Alientan á los hombres, Y cuando caen inertes Las almas se electrizan, Y gratas divinizan Su nombre y su laurel. Vuestros restos divinos Son nítidas lumbreras, Que alumbran los caminos De edades venideras, Por donde ardientemente La juventud valiente Se lanza al porvenir,
No consentiré yo tal cosa. ¡Hasta las personas más perfectas caen alguna vez! ¡Hasta de los hombres más de bien y de mejor conducta se vale el demonio para sus perversos fines! ¡Quién diría que usted, señor don Gil Carrascosa, había de ser instrumento de perdición para esta pobre muchacha! ¡Yo, señora mía!
Contenta con los timbres heredados, los deja subsistir hasta que se le caen á pedazos: no aspira presuntuosa á sustituir al arte monumental de los tiempos que fueron otro arte nuevo; y sin embargo no vive sin arte como otros pueblos.
El letargo del primer dolor nos quita en parte la facultad de sentir los otros, y quizá esos golpes redoblados que caen simultáneamente sobre nuestra cabeza son menos un brutal encarnizamiento de la suerte que una suprema piedad de la Providencia...
Las temibles nieblas del Salto se disipan ante él y las brumas cándidas se tornasolan en los infinitos cambiantes de un iris vívido y esplendoroso. Las aguas del Salto caen a lo lejos, desde la altura en que nos encontramos, hasta el valle que se extiende en la profundidad, en una ancha cinta de una blancura inmaculada, impalpable. Todo es vapor y espuma, nítida, nívea.
El riachuelo, siempre variando, diferente siempre, salta sobre las rocas; en algunos puntos se extiende como tranquila laguna, turbada sólo por las gotas que caen por las grietas de la bóveda.
Hoy día, los jardines de aquella mansión no están separados del rústico cementerio más que por una cerca de bosques y avellanos y por algunos viejos nogales, cuyas nueces, a merced de los pastores, como de todo el mundo, caen sobre las tumbas de los muertos.
Dios sabe cuántas proposiciones habría perdido la niña por culpa de aquel hombre, que gozaba todas las intimidades de un novio, sin decidirse nunca a serlo. Pero Conchita se mostraba sorda a los consejos de mamá. Ella lo pescaría; los hombres que las echan de listos caen cuando menos lo esperan: todo era cuestión de tiempo y de presentar buena cara.
Palabra del Dia
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