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Actualizado: 11 de junio de 2025


Y, al igual de los caciques, los microbios, sin duda, pensaban también que España era el país más liberal del mundo. ¡Qué lástima que la libertad práctica no pueda ser absoluta como la libertad teórica! ¡Qué lástima que nuestros intereses no coincidan con los de los microbios! ¡Qué lástima... para los microbios!...

El poco que tienen parece que consiste en un pequeño grado de sugecion que deben á sus caciques. El oficio de estos es hereditario y no electivo, teniendo todos los hijos de un cacique derecho para tomar esta dignidad. Se encuentran algunos indios que la dejan por su poca importancia.

Los felices principios, que por efecto de la Providencia, facilitaron la adquisicion del terreno en que hoy se halla situado el fuerte de Rio Bueno, y establecida la mision que con instancia pidieron sus caciques, en la cual se han percibido ya los frutos que manifiesta el plano de fojas 47 del octavo cuaderno, dan sin duda fundada esperanza de que no acaso se han logrado estas ventajas en cerca de siglo y medio que no se oia la voz del evangelio en aquellas tierras, y de que el Altísimo quiere ya dispensar los arbitrios de que nuestra sagrada religion se plantifique en un terreno, cuyos habitadores se han mostrado hasta aquí contrarios nuestros; y prometen al mismo tiempo unos agigantados progresos en la importante empresa de descubrir las poblaciones que han motivado la resolucion de las expediciones de que se trata; y así seria desde luego reprensible delante de Dios y del mundo, sacar del seno de la barbarie la semilla de la verdadera doctrina que acaba de sembrarse con arreglo á los dogmas de la religion, y á las soberanas y muy piadosas intenciones de nuestros Católicos Monarcas, que solo han anhelado con religioso celo las conquistas espirituales; lo que forzosamente sucederia si se adhiriese á las repetidas instancias que ha hecho el actual Gobernador D. Pedro Gregorio de Echenique, sobre que se quite y destruya el mencionado fuerte, sin mas fundamento que los recelos y desconfianzas que le asisten de la infidelidad de los indios que le pidieron, haciendo con esto retroceder el estandarte de la , cuando todos estamos constituidos en la gloriosa obligacion de llevarlo, y propender á que se conduzca hasta las extremidades de la tierra.

Se ha notado que los individuos de Concepcion viven muy poco tiempo cuando han llegado á obtener el cargo de caciques; circunstancia que resulta necesariamente del abuso brutal que hacen de todos los goces que les proporciona el nuevo rango, el cual al mismo tiempo que destruye su salud, los ensoberbece de tal manera, que no cambiarian ciertamente sus insignias de cacique por un trono imperial.

Y ansí, fueron los señores é sus capitanes é hicieron allá su junta ellos y los caciques, y repartieron lo que cada una provincia habia de traer y contribuir.

Ya que Inca Yupanqui se vido Señor, en la órden y manera que ya la historia os ha contado, é que ya no tenia que entender en edificio de la ciudad, despues de se haber holgado con los suyos, mandó que todos los señores de la ciudad del Cuzco é los demás caciques y principales se juntasen en la plaza, los cuales ansí fueron juntos.

Y sabido que fué por la redondez y comarca desta ciudad la gran magnificencia del nuevo Señor y cómo sabia gratificar los servicios, hubo en toda la redondez gran contentamiento; y ansí se le vinieron muchos caciques y gente á se le ofrescer de todas partes y tener por Señor.

Pues de todo esto se olvidaba don Simón al verse rodeado de tanto caballero. Dirigía la cabalgata uno de los seis caciques, hombre enjuto, moreno, largo de nariz y penetrante de mirada; casi imberbe, aunque ya picaba en viejo; poco hablador, pero al caso, y desconfiado hasta de su sombra.

Los que viven al este de la Cordillera, llegan hasta mas abajo de Mendoza, y se llaman, por los que viven al otro lado, Puelches; puel, significa este; pero por otros que viven hácia el sur, se llaman Picunches. Conocí algunos de sus caciques, cuyos nombres eran Tseucanantu, Piliquepangí, Carupangí y Caruloncó.

Sus caciques se llaman Colopichun, Amolepí, Nocolasquen, Guenulep, Cusuhuanque, Colnancon, Iyalep, y Antucule: este último era jóven, y á todos los conocí muy bien.

Palabra del Dia

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