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Actualizado: 11 de junio de 2025
Y ansí se les repartió á los caciques que allí eran los depósitos que ansí habian de hacer, y se les mandó y señaló el tiempo que de tantos á tantos años se le hiciesen in perpetuum, si por el Inca no les fuese mandado otra cosa; todo lo cual acetaron de hacer los tales caciques, porque entendian que Inca Yupanqui era Señor que sabia bien satisfacer todo servicio que le fuese hecho.
Los caciques eran regularmente los más miserables; raro es de los de aquel tiempo el que sabe leer; y no los ocupaban en empleo alguno, o, si lo hacían, era con alguno muy raro.
Sus amigos y el hidalgo, después de dar a sus criados algunas órdenes, se colocaron en los bancos. Y bien lo necesitaban los seis caciques; pues, menos provistos de impermeables que don Simón, estaban calados de agua hasta el pellejo.
Para mediodía tienen dispuestas seis u ocho mesas de convite, que se hace en casa del corregidor, y en las de algunos caciques y cabildantes, para las cuales se da de los bienes de comunidad, para cada mesa, un toro, un poco de sal y un par de frascos de miel, y ellos agregan de lo suyo lo que pueden.
Sin embargo no tienen los caciques poder de imponer contribuciones, ni quitar cosa alguna á sus vasallos, ni aun obligarlos á servir tal ó tal empleo, sin que se les pague, debiendo por el contrario tratarlos con la mayor benignidad, y algunas veces aliviarlos en sus necesidades, si no quieren que se sometan á algun otro.
No tienen subordinación á sus caciques, pues cuando quieren, dejan á uno y van á vivir con otro; y si el cacique emprende ó tiene que hacer alguna empresa, á todos se lo comunica y cada uno dá su parecer.
No es este tema nuevo en los indios de Chile, sino muy antiguo, y viene de muy atras. Prueba de ello son los pasages ocurridos al Padre Luis de Valdivia, el año de 1613, con los caciques é indios de la frontera de la Concepcion.
Sabida la nueva por Inca Yupanqui, mandó á los tres sus buenos amigos y á los demás caciques y señores que en su córte y servicio habian venido, que luego juntasen la gente de guerra y la sacasen á cierto campo, cada uno con sus armas, é que los contasen todos uno á uno.
Viendo nosotros su buena voluntad, determinamos que nuestros indios los defendiesen en caso que sus caciques intentasen cobrarlos á fuerza de armas; pero ellos les dieron de buena gana licencia, creciendo en ellos la estimación de nosotros, pues los Guaranís dejaban su hacienda y parientes sólo por venir á nuestras Reducciones y vivir en la observancia de la ley divina.
No puedo señalar su límite fijo por el norte, que juzgo será el paralelo de 22° ó 21-1/2, segun las noticias que he tomado de los indios Payaguás, de tres caciques Mbayás, de algunos Españoles y de un diario del jesuita Sanchez: verdad es que varian mucho dichos informes.
Palabra del Dia
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