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Actualizado: 31 de mayo de 2025
La conozco contestó el príncipe ; pero no acostumbro á ajustar mi vida á las comedias, ni creo en sus enseñanzas. Puedo asegurarte que no me casaré, aunque con ello desmienta á Shakespeare y al rey francés de cuya crónica sacó el argumento de su obra. Pero lo que pretendes es absurdo prosiguió Castro . Yo no sé lo que pensarán los demás, ¡pero impedirme á mí que...!
Yo sólo me casaré con un héroe añadió Mina. James creyó necesario insistir en sus méritos. Hizo memoria de los regalos enviados á Mina, especialmente de dos pieles de oso, enormes, con unas cabezas que metían espanto.
¡Pobre padrino, pobre padrino!... ¿Se ha enterado usted de la acción de Mariano? Sí, hija. ¡Qué deshonra! ¡Qué deshonra!... Dios se ha vuelto contra mí, me ha dejado de su mano. Pero yo me haré mujer formal, mujer ordenada, mujer trabajadora, me casaré... ¡Casarte! exclamó el viejo con espanto.
Es que yo no quiero. ¿Y qué quiere usted que haga? ¿Cuál es su voluntad de usted? ¿Quiere usted que me case? Me casaré. Pero me casaré con un pobre. No, no es eso... Pues el convento... El colegio... Una soltera sola no está bien en el mundo. ¿Y te casarías sólo por darme gusto?
Yo, con un hombre que me quiera mucho y me obedezca en todo.... ¿Y tú, Mina? La intrépida señorita Graven daba siempre la misma respuesta: Yo me casaré con un hombre célebre. Ella no necesitaba soñar con un millonario. El viejo Craven había empezado su caza del dólar, como simple peón de mina, en California.
I de la misma obra. «Sy la huérfana toviere alhací ó tutor, et la casare... Sy ella lo oviere menester, et fuere su pro, el casamiento sea firme, et non la metan en consejo despues que fuere de edat.» Ibíd. Los eunucos antiguamente eran los camareros que servian en lo interior de los palacios.
Tus procederes con la señorita de La Treillade son, por dicha mía, bastante significativos; así, pues, recibe mi enhorabuena. Tía, ¡cuantísimo siento tener que desengañar a usted! Cierto es que la señorita de La Treillade me interesa... porque, a pesar de su extremada juventud, es una excelente actriz... pero, con franqueza, nunca me casaré con ella.
Yo tendré ojos, Nela, tendré ojos para poder recrearme en tu celestial hermosura, y entonces me casaré contigo. ¡Serás mi esposa querida... serás la vida de mi vida, el recreo y el orgullo de mi alma! ¿No dices nada a esto? La Nela oprimió contra sí la hermosa cabeza del joven. Quiso hablar, pero su emoción no se lo permitía.
Pero yo, no; yo río, triunfo, reino; y la enterraré y después me casaré. ¡Ya ha muerto! ¡Al fin ha pagado su deuda! ¡al fin me devuelve todo lo que me había robado! ¡y entraré en posesión de mi amante y de mi hijo! ¿Por qué me mira usted con esos ojos de extrañeza? ¿Es que creía usted que iba a contenerme? Ya he hecho bastante con devorar mi rabia durante ocho meses.
Palabra del Dia
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