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Actualizado: 1 de mayo de 2025


No ha sido por mi culpa respondió cándidamente la de Raynal, cuya charla continua recordaba el gorjeo de los pájaros y que desde que se había levantado estaba molestando a su hija con consideraciones interminables sobre los menores incidentes de la velada memorable.

En cuanto al criminal, aunque lo sentenciaron á ser entregado al brazo secular para quitarle la vida, se probó que estaba loco, y lo encerraron en el convento de San Juan, en donde se dice que murió por los años de 1678. Para que este succeso fuese todavía más digno de llamar la atención, vino á unirse á él lo extraordinario del siguiente cuento que consigna cándidamente Góngora.

Hubo algunos instantes de silencio, durante los cuales todos los ángeles del cielo desfilaron por la salita que bañaba el sol de la mañana, posando sus ojos radiantes de alegría en aquel grupo interesante. Mas he aquí que Martita separa un poco el rostro de su padre, y sonriendo al través del llanto pregunta cándidamente a su amado: ¿Comerás hoy con nosotros, Ricardo?

Parecía que quería preservarla de algún peligro. La misma Elena lo notó y le miró con un poco de alarma. ¿Estás malo, papá? ¿Malo?... No, por cierto; estoy muy bien... ¿Decía usted, Máximo?... Había yo perdido el hilo de mis ideas y se lo confesé cándidamente.

En el ambiente agrio y polvoriento de la casucha, veían desarrollarse con los ojos de la imaginación ciudades fantásticas, y preguntaban candidamente sobre los alimentos y costumbres de las gentes de por allá, como si los creyesen seres de distinta especie.

Estaban convencidos de que, saliendo de su pueblo, el vender una familia de negros o de chinos, o el robar barcos, no tenía importancia. Se figuraban cándidamente mis paisanos que la honradez, el cumplimiento de la palabra, la buena fe, eran necesarios e imprescindibles en la aldea.

El señor de Villanera cree cándidamente en su falsa resignación y creería cometer un crimen abandonando a esta heroína del amor maternal. Para terminar, y con objeto de acallar sus nobles escrúpulos, la señora Chermidy ha susurrado al oído del conde: «Cásese usted por poco tiempo.

El 9 de Abril del año de 1724 fué la primera noche en que los hermanos del Pecado Mortal salieron por las calles á recoger limosnas, y éstas debieron darles buenos resultados, pues en pocos años llegaron á reunir un fondo bastante considerable, el cual aplicaban, entre otros objetos, á casar á los enamorados que vivían maritalmente, para sacarles del pecado, como cándidamente escribe un autor.

Un ¡ya! general, preñado de extrañas e intencionadas inflexiones, se escapó de todos los labios, y la Albornoz, abriendo cándidamente los ojos, dijo con su suave vocecita: Pues a no me han convidado hasta el presente... Las señoras soltaron el trapo a reír, y dijeron todas al mismo tiempo: Ni a ... Ni a ... Ni a ...

¿Cómo? preguntó cándidamente Paulita; ¿son esas las salvajes que usted dice? No, contesta Juanito imperturbable; se han equivocado... se han cambiado... Esos que vienen detrás. ¿Esos que vienen con un látigo? Juanito hace señas de que , con la cabeza, muy inquieto y apurado. ¿De modo que esas mozas son los cochers?

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condesciende

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