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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Esa misma monstruosidad hace muy difícil, si no imposible, que se la pueda presentar a la Cámara como hija de una verdadera necesidad de los pueblos, a cuyo beneficio se encamina.
Saboreando estaba su contento, cuando un ayuda de cámara abrió la puerta y dijo respetuosamente: Señor, el cocinero mayor de su majestad, solicita hablar á vuecencia. Lerma mandó entrar á Montiño.
Levantamiento del destierro del conde de Lemos dictó el duque; reposición en su oficio de ayo del príncipe de Asturias á don Baltasar de Zúñiga; reposición en su oficio de caballerizo mayor al conde de Olivares; nombramiento de confesor de su majestad la reina al reverendo padre fray Luis de Aliaga, y por último, reposición en su oficio de ayuda de cámara de su alteza el príncipe don Felipe, al duque de Uceda.
El espectador tiene gana de exclamar: «Fi donc, Messieurs; a votre âge!» Nadie escucha al orador, hasta que la orden del día llama a la discusión de la ley de imprenta, en revisión de la Cámara de Diputados. Por un artículo se impone a los funcionarios públicos la acusación de calumnia.
Gravina agonizaba en la cámara, y el navío Príncipe de Asturias volvía a Cádiz desmantelado, al mando de un hombre que entró en el combate con tres hijos y volvía a su hogar con uno solo, el más joven, guardia marina de pocos años.
Caminóse después con varia fortuna, y al P. Bartolomé le encargó el P. Procurador general, Francisco Burgués, el cuidado de los novicios, como lo había hecho el tiempo que estuvieron detenidos en Cádiz, y mostró siempre con ellos entrañas y ternura de verdadera madre, no sólo en su aprovechamiento espiritual, sino aun en el alivio corporal; de suerte que para estar más pronto á socorrerlos en sus necesidades, renunció la comodidad de venir en la cámara de popa, y quiso vivir con ellos en la de Santa Bárbara, lugar incomodísimo y de que rarísimas veces salió para repararse con el viento fresco en la plaza de Armas, contento sólo con las delicias y conortes del cielo, que jamás le faltaban, gastando lo más del tiempo en contínua y estrecha unión con Dios.
Un día en que el ayuda de cámara se atrevió á preguntar á su señor porqué le llamaba así, éste le respondió: "Por causa de los presentes de Artajerjes." Federico no comprendió mucho más y permaneció estupefacto. Y Roussel añadió "¡ Bueno! No se caliente usted la cabeza: Hipócrates era un hombre incorruptible." Federico se dió por satisfecho y adquirió mucho mayor importancia á sus propios ojos.
El señor marqués llamaba, y llamaba tan de prisa, que aun antes de que Damián lograse medio vestirse sonaron otros dos fuertes repiquetes, en cuyo timbre creyó reconocer el ayuda de cámara todas las intemperancias del mal humor que se desborda y de la impaciencia que estalla.
Silva mandó a uno de los suyos a que viera si nuestra cámara estaba cerrada, y cuando el otro volvió diciendo que lo estaba, murmuró: Estos bárbaros son capaces de todo. Desde el ventanillo de la puerta oímos durante toda la noche los cantos de los marineros y la algarabía de los chinos. Nos sustituímos para hacer la guardia; aunque nadie pudo dormir, estuvimos tendidos, descansando.
Hiziéronse dos comedias por diferentes Autores, con excelentes baylarines, hijos del lugar, una máscara de danza con tanta gala como destreza, estando la sala dando embidia á las esferas en hermosura y luces. »Jornada que Su Magestad hizo á la Andaluzía, escrita por D. Jacinto de Herrera y Sotomayor, Gentil-hombre de Cámara del Señor Duque del Infantado. Barcelona, 1624.»
Palabra del Dia
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