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Actualizado: 14 de julio de 2025
Conocía harto bien el grande sacrificio en que por amor mío mi buen esposo se empeñaba, y gran parte hubiera sido esto para que yo me enamorase de él, que Dios me ha dado buena alma y agradecida; pero no es el amor cosa que cuando se quiere se tiene, ni hay tienda donde se compre, ni lugar donde se le busque; que él viene cuando menos se le espera y en el alma se nos entra, y la avasalla, y prenda nos hace, no de aquel a quien hemos buscado, sino del que Dios ha querido que venga para hacerse dueño de nuestra vida y de nuestra alma en un solo punto; que el amor viene del cielo cuando menos se le espera, y porque es aliento de Dios, es coma Dios divino, y logrado cuanta gloria puede haber en la tierra.
No me parecía prudente enterrar allí los cofres, y busqué otro punto mejor. Todas aquellas lomas y montículos del río, formados de arena, probablemente cambiarían de posición y de forma al impulso del viento del Sahara. Era necesario encontrar jalones más firmes.
Busqué con la vista el escuadrón más próximo, y vi que a retaguardia del centro se formaba en columna con distancias el de España. Entré en las primeras filas, a punto que dijeron junto a mí. Los generales franceses harán el último esfuerzo. Dicen que hay unas tropas que todavía no han entrado en fuego, y son las mejores que Napoleón ha traído a España.
Busqué, en vano, con la vista el jardín donde aquellos tristes amores habían comenzado, busqué el palacio del noble poeta. ¡Cuánta alegría desvanecida! ¡Cuánta actividad aniquilada! ¡Cuánta palabra de amor, cuánta lágrima, cuánto afán, cuánto suspiro disipados para siempre! ¿Para siempre? ¿Por qué?
Respeté, con gran dolor de mi alma, los deseos de la joven. Seguro de la sinceridad de sus palabras, oculté mi pena y busqué consuelo en el trabajo. Luego que Angelina supo el fallecimiento de mi tía, nos escribió una carta muy sentida. El P. Herrera vino a Villaverde pocos meses después, le hospedamos en nuestra casa, y estuvo con nosotros varios días.
Pues busque usted al Doctrino, que debe estar allá por Lavapiés, y le dirá lo que tiene que hacer; porque supongo, amigo, que usted no querrá quedarse atrás. ¡Fuera miedo! Yo sé que la primera vez esto es algo imponente, sobre todo para el que nunca ha oído tiros. Pero, en fin, teniendo ánimo....
Por lo menos asumí una expresión capaz y busqué en mi memoria algunas de las frases que las venerables sibilas o los confesores dan ordinariamente como viático a los amantes desgraciados. Y él, como un gran niño que era, bebió esas tontas palabras de consuelo con la avidez de un hombre que se muere de sed. ¿Pero tendrá paciencia ella también? me preguntó, y parecía perder nuevamente el valor.
Yo, desde que abominé del mundo y busqué la paz de Dios en el claustro, no he incurrido en el pecado de dejar la contemplación de las cosas divinas por las terrenales.
De Don Gaspar Mercader Conde de Buñel, las letras Serán, porque siendo suyas Tendrán gracia y serán buenas. Las loas del gran Ferrer, Que ha de gobernar Valencia; El divino Don Luis, Doctísimo en todas sciencias; El verso conceptuoso Y las quintillas perfectas Del culto Ricardo busque, Pero no afecte su estrella.
Sacudí la cabeza. «Te considera todavía muy tonta,» pensé, volviendo a recobrar el aliento, pues sentía desaparecer de mi alma los terrores que me había causado mi peligrosa empresa. Se apartó de mí para encender la luz. Yo busqué con la mano el sofá y me dejé caer en una de sus esquinas. Las velas esparcieron un vivo fulgor que me deslumbró. Me volví hacia la pared y oculté mi cara.
Palabra del Dia
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