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Actualizado: 22 de junio de 2025


Desenfadada, tenía movimientos bruscos, salidas de tono violentas; era bromista de mal gusto, y necia, por consiguiente, y si se creía molestada, lanzaba la saeta de su sátira, sin cuidarse dónde hería, ni a quién hería.

El delantero, ordinariamente bromista, alegre y revoltoso, manejaba el badajo de la Wamba con una seriedad de arúspice de buena fe. Cuando posaba para la hora del coro así se decía Bismarck sentía en algo de la dignidad y la responsabilidad de un reloj.

Sr. García, vengo a pagar a usted aquel piquillo.... ¿Qué piquillo? Los seis mil reales que usted tuvo la amabilidad.... ¿Qué amabilidad?, quiero decir, ¿qué seis mil reales?... Usted no me debe nada. ¡Qué bromista es usted! dijo Bonis, que más estaba para recibir los Santos Sacramentos que para chistes. Y se dejó caer en una silla y empezó a contar onzas sobre una mesa.

Y cuando con más calor hablaba Andresito de sus tormentos amorosos, la niña le interrumpió, diciéndole con su tonillo bromista, como quien accede a tomar parte en un juego: Bueno; seremos novios... pero ¡por Dios! que nada sepa la mamá. El Carnaval de aquel año fue muy alegre para la familia de doña Manuela. Las niñas se divirtieron.

Por respeto a misma, nunca había hablado de esto a nadie, ni al mismo Delfín. Pero una noche estaba este tan comunicativo, tan bromista, tan pillín, que a Jacinta se le llenó la boca de sinceridad, y palabra tras palabra, dio salida a todo lo que pensaba. « me estás engañando, y no es de ahora, es de hace tiempo. Si creerás que soy tonta... El tonto eres ».

Pero a no me sirven de gran cosa tus cristales... ¡Qué! ¿Eres daltónico? Tal vez... ¡, hombre! y ... ¡los dos! ¡Al fin encontré la fórmula de mi diagnóstico!... ¡Daltonismo moral!... exclamó Melchor, riendo con toda su risa franca y contagiosa. ¿Y usted considera, señor médico le preguntó Lorenzo, en tono por excepción solemne y bromista al par que nuestro «mal» sea curable?

De alegre, decidor y bromista, se hizo triste, callado y serio; algunos días hasta se mostraba desabrido y seco con los enfermos; en el salón del balneario apenas ponía los pies; negose a recibir fuera de las horas marcadas para la consulta y, por último, su semblante adquirió una expresión de melancolía que hubiese justamente alarmado a sus padres y amigos si de improviso llegaran a Saludes.

Caprichos de Obdulia replicó Doña Paca, que se sentía dominada por el carácter, ya enérgico, ya bromista, de su graciosa nuera . Esta monomanía de hacer de mi casa un bosque, me está costando un dineral. Doña Paca le dijo su nuera cogiéndola sola en el comedor , no sea usted tan débil de natural, y déjese guiar por , que no he de engañarla.

Palabra del Dia

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