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Actualizado: 21 de mayo de 2025


Casi en los mismos días que esta carta, llegaba de Londres un rico brazalete dirigido a la hermosa desposada. Cuatro meses han transcurrido.

Una casualidad inconcebible: yo creí llevar más seguro el brazalete en el brazo, y una audacia de ese joven... ¡Una audacia!... Más bien una galantería. No es lo mismo, pero me agrada tu declaración; ya le disculpas, y eso significa mucho: eso significa, Clara, si yo no me equivoco... Que le hago justicia. No, que le amas. ¡Que le amo! ¡En una hora!...

Desde lo alto de la montaña velamos la hoya estrecha y muy risueña del Aa superior, en cuyo fondo aparecian, con esa serenidad melancólica de las aguas que no reflejan ningún rayo de luz, los lagos de Lungern, Sarnen y Alpnach , eslabonados entre por la cinta graciosa del Aa, como tres placas desiguales de aluminium en un magnífico brazalete de esmalte imitando esmeralda.

Dijo al oído a su mujer el prurito que sentía de ser generoso y doña Encarnación tuvo que dominarse para no arañarle. La generosidad triunfó, a pesar de todo, en el corazón del tendero murciano. Juanita dijo , yo te doy dos mil reales para que te merques un hermoso brazalete de oro, diamantes y perlas. Al hablar así, don Ramón devolvió a Juanita el pagaré que ella había firmado.

Dame algo de eso, que yo mañana puedo venderlo fácilmente en Hereford. ¿Dónde tienes ese brazalete de diamantes, el que me mostrate, que te regaló el viejo en tu último cumpleaños? Aquí replicó, y, alzando su muñeca, mostró la hermosa joya de diamantes y zafires que su padre le había obsequiado, de un valor, por lo muy bajo, de doscientas libras esterlinas. Dame esto, entonces exclamó.

Dio ésta las gracias a Pedro por el brazalete enviado de Londres, prenda que encontraba del mejor gusto, informándose después del sincero interés ¡la noble criatura! de la salud de la señora de Montauron y respondiéndole su sobrino que continuaba tan lozana como en sus mejores tiempos.

Voy de paso á encargar el brazalete que master Harvey te va á ofrecer. Mi hombre es galante, aunque pastor, y se permite gastar quinientas libras en adornar con perlas el brazo de Jenny Hawkins. Hasta la noche, pues. Atrajo á la cantante, le dió un beso fraternal en la frente y salió silenciosamente con su paso misterioso. Cuando desapareció, Lea se dejó caer desesperada en una butaca.

El joven examinó la sortija. Era de oro con una esmeralda, y muy bella, pero no podía ni remotamente compararse su valor con el del brazalete.

Entonces Jerónimo quiso conocer á la duquesa, y la conoció. Vió que los cabellos de la duquesa eran rubios, del mismo color que el rizo que estaba encerrado en el medallón. Después preguntó quién era ó había sido el joyero del duque de Gandía. Dijéronselo, y le buscó, y en secreto le preguntó, presentándole un brazalete, si lo había él fabricado.

¿Qué es eso? ¿Está usted mirando mi brazalete? Moro no había reparado en él. Es muy lindo se apresuró a decir por complacencia. Ha pertenecido a mi madre. Tiene más mérito de lo que parece. Este retrato, que es el de mi abuela, está hecho de mosaico... vea usted. Al mismo tiempo levantó la mano. Moro lo contempló con afectada admiración. Repárelo usted bien.

Palabra del Dia

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