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Actualizado: 22 de julio de 2025


Por la plazuela de las de Pajares desfilaron los de Medicina y Derecho, y en torno de la enhiesta bandera amarilla o roja, las músicas rompieron a tocar alegres valses, que rápidamente poblaban los balcones. La expansión ruidosa de la juventud libre y sin cuidados invadía la plaza como una atronadora borrachera.

Y los dos amantes, en una continua borrachera, que apenas se desvanecía era reforzada, como si temiesen perder la ilusión viéndose fríamente sin la engañosa alegría del vino, iban de un lado a otro, cual un vendaval de escándalo, entre los aplausos de la gente joven y la indignación de las familias. Salvatierra escuchaba a su discípulo con gesto irónico. Le interesaba Luis Dupont.

Cuando estuvo un poco mareado sacó la carta del cajón, lanzóse a la calle con brío, y en el primer buzón con que tropezaron sus ojos, ¡zas! la encajó. ¡Dios mío, qué he hecho! Disipóse la borrachera.

Sentíase impregnado del indefinible perfume de la joven, y andaba con timidez, como si se hubiese adherido a su exterior algo precioso y frágil que podía desprenderse al acelerar su marcha. La dulce borrachera del amor correspondido trastornaba a Juanito.

¿Subo? preguntó el diputado con angustia, con la entonación del niño que implora un juguete. ¿Para qué? Te aburrirías; seré la misma que aquí. Arriba no hay luna ni naranjos en flor. Es inútil esperar una borrachera como la de aquella noche. Además, no quiero que te vea Beppa.

La protectora apreciaba la marcha de su sabiduría por la cantidad de volúmenes que le rodeaban. Su generosidad estaba pronta a todas horas para nuevas adquisiciones, y Maltrana, en plena borrachera de saber, se aprovechaba de ella largamente.

De la sombra que proyectaban los tejados, a lo largo de las paredes, salían carcajadas hombrunas y agudos chillidos de mujer. El señor Pacorro, el Águila, continuaba inmóvil en un poyo, rasgueando su guitarra con la serenidad de una borrachera grave, a prueba de toda clase de sorpresas. ¡La pobrecita Mari-Cruz lloriqueó Alcaparrón. ¡La va a matá el bicho! ¡La va a matá!...

La difunta desapareció con su niño, como si la hubiesen tranquilizado estas promesas. Huía tal vez igualmente de los gritos y blasfemias de los otros obreros, que habían sido despertados por Rosalindo al hablar en voz alta. Estaban irritados contra el salteño porque todas las noches mostraba predilección en su borrachera por conversar con una mujer invisible.

Mesía estaba hermoso; se notaba mejor que nunca la esbeltez y armonía de sus formas de buen mozo elegante; en su rostro correcto los vapores de la gula no imprimían groseras tintas, sino cierta espiritualidad entre melancólica y lasciva; se veía al hombre del vicio, pero sacerdote, no víctima: dominaba él a su borrachera, morigerada, señoril, discreta.

Podrás decir que siga soltera, ya que nadie conoce lo ocurrido; pero todo lo que se hace se sabe. mismo, si yo te dejara, acabarías por revelar en una noche de borrachera, tu buena suerte, el magnífico bocado que te tragaste en la viña de tu primo. ¡Cristo! eso, no. Aquí no hay más arreglo que el casamiento.

Palabra del Dia

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