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Actualizado: 12 de julio de 2025
Y pasando su vista del libróte a la puertecilla inmediata, exclamó: ¡Ay, ese archivo, Gabriel, qué pena da! Cada vez que lo visito salgo triste. Por ahí han pasado los bárbaros. Todos los libros de música tienen páginas arrancadas, recortes allí donde existía una letra pintada, una viñeta, algo bonito. La vieja música duerme bajo el polvo.
El médico me ha dicho que ahora se le desarrollará bien el cuerpo afirmó Isidora contemplándole con satisfacción de madre. Pues si no... ¡Y qué bonito es, qué rico, qué galán! ¡Le quiero más...! ¡Qué tonta soy! Me da rabia conmigo misma. Desde que veo un mocoso, ya se me cae la baba». Isidora reía. Cogió a Riquín y le hartó de besos. «¡Pobrecito mío!
El joven le pidió las ideas que habían de servirle de guía, la trama poderosa, sobre la cual no tendría él otro quehacer que alinear palabras con la pluma: «coser y cantar», como decía el personaje. El libro dijo éste podría titularse El verdadero socialismo; pero si usted encuentra otro título más bonito, por mí no se prive usted; yo no tengo en esto empeños de amor propio.
Mary estaba enfurruñada. ¿Qué le pasa a usted? la dije. Nada. No, algo le pasa. ¿Está usted incomodada conmigo? Sí. ¿Por qué? ¡A mí no me ha traído usted anillo! me dijo, dolorida. No importa; le compraré otro más bonito. No, no; yo lo quiero igual que el de Quenoveva. Pues como el de Quenoveva.
A las mujeres se las trata siempre con la punta de la bota: entonces marchan admirablemente.... Después de verter estas breves y profundas palabras, se paró delante de un escaparate. Hombre, mira qué collar tan bonito. Si le viniese bien al Perl se lo compraba. Ramoncito miró el collar sin verlo, enteramente absorto en sus tristísimos pensamientos.
Aquel hombre guapín, que siempre fue a Rosalía indiferente, pareciole entonces un bonito verdugo que se le presentaba con la cuerda y la hopa. ¡Y que no venía poco apremiante el tal!... ¡Vaya un apunte! Para el día 14 sin falta necesitaba eso.
En esto, como en todo lo malo, hemos progresado de tal modo, que las barrabasadas de aquel niño bonito hace quince años, nos parecerían hoy timideces y aun actos de ejemplaridad relativa.
Aquel establecimiento me pareció no solo un bonito museo, sino un bello instituto democrático destinado á enseñar á las clases pobres, con suma facilidad y baratura, los elementos de la geografía, ciencia tan útil y simpática de por sí, como fecunda en mil resultados para la industria, el comercio, las letras y la política.
¡Qué gente aquella tan feliz! ¡Qué envidiable cosa aquel ir y venir en carruaje, viéndose, saludándose y comentándose! Era una gran recepción dentro de una sala de árboles, o un rigodón sobre ruedas. ¡Qué bonito mareo el que producían las dos filas encontradas, y el cruzamiento de perfiles marchando en dirección distinta!
Sí, señora, mucha... Pero aquello también es bonito. ¿Lo encuentra usted así? ¡Ay, pobrecito, cómo quiere a su patria! Y volvió los ojos hacia D. Oscar, para hacerle participe de la compasión que sentía, no sé si por mí o por Galicia, o por ambos a la vez. Doña Tula, en su acento, era una andaluza más cerrada, si cabe, que Gloria.
Palabra del Dia
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