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La mujer vana y superficial seguirá pintándose, con arreglo a los cánones que en la moda imperen. Porque también en esto de la pintura existe la moda. Nos lo demuestran unos versos clásicos de la comedia de Calderón de la Barca titulada «Eco y Narciso». « Un tiempo se dieron En usar ojos dormidos; No había hermosura despierta, Y todo era mirar bizco.

Al otro día se sabe que el tenor no ha llegado, y si ha llegado es chiquito, negro, bizco... ¿Está malo algún sujeto marcado? Hoy está mejor dice; se ha reído mucho conmigo; una hora he estado con él. Luego se averigua que el que tanto se ha reído estaba ya enterrado. ¿Quién es aquel botarate?

Aquella obra maestra del pintor ambulante fué acogida con grandes risas, y el mismo Roger no pudo menos de convenir con la ventera en que aquel papagayo bizco y aquella ortografía fantástica perjudicarían á la buena fama del mesón y moverían á risa á los señores que allí se detuviesen á descansar y refrescar durante sus frecuentes cacerías. Sería la ruina de mi casa, exclamó la tía Rojana.

Esto de sola con Leto, no lo tomes al pie de la letra; porque Leto siempre va acompañado de su marinero, un tal Cornias, un tipo muy original y muy simpático, aunque es bizco de los dos ojos.

Despídete de las gentes de que tengas que despedirte, porque esta misma noche marchamos á Nápoles. Todos los cuidados los llevo conmigo. Bien; busca un buen coche de camino, ajústalo para Barcelona y llévalo al mesón del Bizco. Muy bien. Después busca diez hombres bravos, con sus caballos, armados á la jineta y con arcabuces, que no están los caminos muy buenos para ir desprevenidos.

Era bajo de cuerpo y rechoncho, alto de hombros, y además tenía la mala maña de subirlos más, con un gesto de desprecio y de qué se me da a , hasta tocar con ellos sus enormes orejas, anchas como abanicos. Tenía la cabeza abultada, el cabello corto, los labios gruesos. Era además chato y horriblemente bizco.

Saludónos a su manera, y tras él entró un mulato zurdo y bizco, un sombrero con más falda que un monte y más copa que un nogal, la espada con más gavilanes que la caza del Rey, un coleto de ante. Traía la cara de punto, porque a puros chirlos la tenía toda hilvanada. Entró y sentóse, saludando a los de casa, y a mi tío le dijo: -A fe, Alonso, que lo han pagado bien el Romo y el Garroso.

A estas excelencias, que pudiéramos denominar adquiridas ó de estudio, necesita el actor añadir una gran capacidad de asimilación y cualidades físicas nada vulgares. Un comediante bizco, patizambo ó jorobado, por mucho genio que tenga, nunca logrará imponerse ni agitar el corazón de las multitudes.

Saludónos a su manera, y tras él entró un mulato, zurdo y bizco, un sombrero con más falda que un monte y más copa que un nogal, la espada con más gavilanes que la caza del rey, un coleto de ante. Traía la cara de punto, porque a puros chirlos la tenía toda hilvanada. Entró y sentóse, saludando a los de casa.

Me place; que así podremos dejar en el mesón del Bizco los caballos. A caballo iré yo hasta el alcázar, que así llegaré más pronto. Como queráis. Recuerdo que me has dicho al sacarme de mi atolladero que me tenías cogida una palabra.