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Actualizado: 16 de julio de 2025
¡Falta allí el retrato del padre Castañeda! ¡Y sobre todo, falta el espíritu! ¡También veinte, treinta años, de hacer lo mismo! Hasta hace muy poco, la biblioteca no era muy copiosa que digamos.
Pero ¿qué será del desgraciado lector que mora allá en lejanos paises, y quizas á larga distancia de siglos, y no tiene otro guia que el periódico ú obra que por casualidad encuentra en un gabinete de lectura, ó en una biblioteca, ó que habrá adquirido por haber visto recomendados en alguna parte aquellos escritos, ú oido elogios de quien presumia entenderlo?
Encuéntranse los siguientes edificios de importancia: la gran catedral, en la plaza de Armas, La Moneda, residencia presidencial que corresponde a la Casa Blanca de Wáshington el congreso, el palacio de justicia, el museo de historia natural, el de bellas artes, la biblioteca nacional, la universidad y el teatro municipal.
Siempre que volvía de Villabermeja, el Comendador traía á su discípula libros de su biblioteca, flores y plantas de su huerto, y pájaros que cazaba vivos. Lucía gustaba mucho de los pájaros, y, merced al Comendador, no había ya casta de aves en toda la provincia, ora de paso, ora permanentes, de que Lucía no tuviese un par de muestra en su pajarera.
La fama póstuma, de Montalván, es más bien un apologético que una biografía, en el cual se entretejen algunas noticias biográficas falsas; no menos defectuoso y escaso es lo que nos dice D. Nicolás Antonio en su Biblioteca nova, y Sedano en El Parnaso español, repetido después en forma de extracto por Bouterweck y Díez; Lord Holland, por último, añade nuevos errores á los antiguos en un libro sobre Lope de Vega.
Prueban la afición, con que cultivaron la poesía, los tesoros guardados en la biblioteca del Escorial, aún no conocidos del todo, y los copiosos aunque incompletos catálogos de poetas arábigo-hispanos de D'Herbelot, D. Nicolás Antonio y Casiri.
Hasta creyó adivinar en uno de los periódicos vagas alusiones á los informes de cierto ingeniero protegido de Fontenoy. Cuando volvió á encontrar á Federico en su biblioteca, todavía le vió más viejo y más desalentado que en la noche anterior. Sobre una mesa estaban los mismos diarios que había leído él.
Ya pintaré, cuando esté más descansado, este pueblecillo y este campo. Ahora no tengo tiempo. Voy al periódico; he de ir luego a la Biblioteca... Esto de hacer artículos es terrible: otra vez, después de este breve descanso, he de volver a ser hombre de todas horas, como decía Gracián. Sobre la mesa tengo un montón de periódicos. Siento un leve terror.
"Jamás se hará, dice el doctor Don V. F. Lopez en su prólogo á LAS NEUROSIS, un profesor ó un catedrático Europeo, de un Bracma"; así debe ser: pero no ofreceria la misma dificultad el hacer de un gaucho un Bracma lleno de sabiduria; si es que los Bracmas hacen consistir toda su ciencia en su sabiduria proverbial, segun los pinta el sabio conservador de la Biblioteca Nacional de París, en "La sabiduria popular de todas las naciones" que difundió en el nuevo mundo el americano Pazos Kanki.
Y á la verdad, cosa de guerra debía de ser, porque á poco rato salieron todas ó casi todas las palabras del Diccionario, con fuertes y relucientes armas, formando un escuadrón tan grande que no cupiera en la misma Biblioteca Nacional.
Palabra del Dia
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