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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Fermín hizo un gesto que invitaba a la confianza. Con franqueza, don Ramón, ¿en quién cree usted más? ¿en la vid americana, o en las bendiciones que ese padre les echará a las cepas?... Don Ramón miró fijamente al joven como si quisiera verse en sus pupilas. ¡Muchachito! ¡muchachito! dijo con tono severo.

Dale, que no lo creen... pues váyanse todas con doscientos mil pares de demonios, que á , con ser bueno me basta.... No necesito que nadie me bombo. Piojosas, para nada quiero vuestras gratitudes.... Me paso por las narices vuestras bendicionesDicho esto salió de estampía.

EL FRAILE. ¡Miserable!... ¡renegado!... ¡descreído! EL GITANO. Además, usted hace un honrado comercio con esas buenas gentes, porque les vende un poco demasiado caro sus bendiciones y sus exorcismos, que, aquí entre nosotros, no hacen la seda más fina ni el acero más flexible. EL FRAILE. ¡Hijo de Satanás! ¡infame condenado!

Esos dones divinos debemos guardarlos cuidadosamente en las razas más humildes, pero buenas, en que los dos elementos mancomunan su espíritu. Ya presentimos las bendiciones de la tierra: al abandonar la vida del pez, varias cosas de absoluta imposibilidad para él fácilmente se armonizarán. De suerte que se nos presenta como una sombra de la mujer, forma y actitud graciosa que, de lejos, ilusiona.

No se acabaron aquí las bendiciones del cielo; antes teniendo aquellos bárbaros al P. Lucas un amor de padre, y reverenciándole como á santo, trajeron á su presencia todos los enfermos, pidiéndole, que pues era ministro de un Dios tan poderoso, intercediese ahora por ellos.

A trechos aparecían, conducidas en andas, hasta seis imágenes de santos, todas policromas, de barro o de madera. La quinta imagen era la de Santo Domingo. Su cara, severa y hermosa. Sobre su inspirada frente relucía una estrella de plata sobredorada. Con su mano derecha echaba el santo bendiciones.

Un nuevo aplauso, un nuevo grito, mil y mil bendiciones á Dios pueblan el espacio. ¡El SOL! ¡El SOL! exclamamos todos con amorosa alegría. ¡Bendito sea Dios! ¡Bendito sea Dios! repetimos, llenos de gratitud y de entusiasmo.....

Con las mejillas encendidas y los ojos brillantes de entusiasmo todos la colman de bendiciones, todos piden al cielo dicha interminable para la caritativa señorita. Las mujeres más atrevidas se abalanzan a ella y le besan las manos, los hombres agitan sus sombreros y de sus gargantas salen hurras y vivas que estremecen gozosamente el recinto.

24 mas su arco quedó en fortaleza, y los brazos de sus manos se corroboraron por las manos del Fuerte de Jacob; de allí apacentó la piedra de Israel, 25 del Dios de tu padre, el cual te ayudará, y del Omnipotente, el cual te bendecirá con bendiciones de los cielos de arriba, con bendiciones del abismo que está abajo, con bendiciones de los pechos y del vientre.

Y en palabras entrecortadas, apretones de manos y miradas de intensa ternura, desbordábase su amor por tanto tiempo contenido, mientras el bondadoso anciano, presto a dejar ya esta vida, desde el borde de su tumba impetraba de Dios bendiciones sobre la cabeza de los que aun debían disfrutar los goces de la existencia. Ea, hijos míos, yo no estoy para sufrir emociones dijo el señor de Avrigny.

Palabra del Dia

reclinándose

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