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Actualizado: 6 de julio de 2025
Hablaba por los codos y no dejaba meter baza a los demás: él se lo decía todo, y no se podía elogiar cosa alguna, porque al punto salía diciendo que tenía otra mejor. Desde entonces le taché por hombre vanidoso y mentirosísimo, como tuve ocasión de ver claramente más tarde. Mis amos le recibieron con agasajo, lo mismo que a su hijo, que con él venía.
Nicolás no le dejaba meter baza; pero el otro se las tenía tiesas... ¡Terrible duelo entre el sermón y el lenguaje sincero de los afectos!
Et «que barran esta tarde las dhas. calles por donde ha de yr la dha. procesión e cuelguen paños e paramentos por ellas. Otras veces cuando el acontecimiento que se celebraba no era tan importante, limitábase la procesión á los alrededores de la Iglesia Mayor, como ocurrió con las tomas de Baza, Guadix y Almería. Desde muy antiguo solemnizábase la fiesta de Nra.
Suárez: Historia de Guadix y Baza, pág. 323. Navarrete: Vida de Cervantes, pág. 120. Las comedias de Mira de Mescua, ya sueltas, ya en las colecciones, se atribuyen frecuentemente á otros autores; no conocemos la colección, de que nos habla Don Nicolás Antonio. Muy rica es la colección de manuscritos del duque de Osuna, en comedias de Mescua.
Algunas de estas anécdotas eran de caza o de equitación; las más fueron de amores, hallando medio de divulgar sus triunfos y conquistas, que aparentaron creer o creyeron sus interlocutores, o mejor dicho, su auditorio, pues el Conde era de aquellos que, si bien hablan primorosamente, fatigan y ofenden a los menos sufridos, monopolizando el uso de la palabra y no consintiendo, como vulgarmente se dice, que nadie meta baza o cucharada sino ellos.
Algo quiso decir en alta voz; pero él no la dejaba meter baza, y como si trajera un discurso preparado y no quisiera dejar de pronunciar ninguna de sus partes, pegó en seguida la hebra: «¿Te acuerdas de cuando yo estaba loco? Los ratos que te di te los tenías bien merecidos; porque en realidad te portabas muy mal conmigo.
Luego pasó a la sala, seguida de doña Lupe, que quería meter baza a todo trance: «Tendremos sumo gusto en venir mañana. Aprecio mucho a Mauricia, que a no ser por el maldito vicio, sería una buena mujer, trabajadora, fiel... Y dígame usted: de noche habrá que velarla. Yo no tendría inconveniente en quedarme alguna noche; y si no, mi sobrina...». Dios se lo pague a usted... Se acepta, se acepta.
Se expresaba con exaltación sin dejar meter baza a su hermano, y este, en cambio, no se la dejaba meter a él, y simultáneamente se quitaban la palabra de la boca. Espérate un poco... no es eso. Allá voy... yo vivo en mi conciencia, por mí y antes y después de mí. ¡Ah!, pero lo primero es distinguir... Mira...
Don Aquiles vivía en la calle de Méjico, pues la antigua casa en que tuvo su tienda, fué vendida y derribada; y aunque alejado del comercio, metía baza en negocitos fáciles y sin peligro, pero sin caer en el pecado de la usura; él no tenía más defecto que su genio endemoniado y aquella manía de las cosas religiosas, que secaba su corazón y descarrilaba su buen sentido.
Dice, pues, Perez del Pulgar en su citada Crónica de los Reyes Católicos, hablando del cerco de Baza: «E porque ningun mercader se movia á llevar mantenimientos para los vender por su interese propio, por las dificultades é pérdidas que habia en los llevar, la reina á fin de tener bastecida su hueste mandó alquilar catorce mil bestias.
Palabra del Dia
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