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Anduvo Febrer entre paredes de piedra seca que contenían pendientes bancales, y otras veces por senderos pavimentados de guijarros azules, que las lluvias de invierno convertían en encajonados barrancos. Luego dejó de ver tierras removidas y surcadas por el arado: el suelo compacto cubríase de bravia y espinosa vegetación.

Algunas de estas nubes se yerguen en el horizonte bajo la forma de verdaderas montañas. Sus crestas y sus cúpulas, sus nieves y sus hielos resplandecientes, sus sombríos barrancos, sus precipicios dibujan todo su relieve con perfecta limpieza. Lo que hay es que los montes de vapor son flotantes y fugitivos; formólos una corriente de aire, y otra corriente puede destrozarlos y disolverlos.

Andarines terribles, cazadores del Monte Perdido y desenfrenados pescadores, recorrían en barquichuelos su caprichoso mar, el golfo ó sumidero de Gascuña, dedicándose á la pesca del atún. Notaron aquellos intrépidos navegantes que las ballenas retozaban, y comenzaron á perseguirlas, lo mismo que se encarnizan detrás de la gamuza en los barrancos, los abismos y los más espantosos resbaladeros.

Bajaban de las montañas; surgían de los barrancos; salían de los bosques; corrían por las llanuras, y se precipitaban en tropel por los «callejones». Tímidas y cautelosas se detenían allí, un instante nada más, y luego avanzaban presurosas hacia la plaza.

Hacia el anochecer, después de haber dado la vuelta á escarpados peñascos, dejando tras de numerosos barrancos, salvando, á saltos de piedra en piedra, bastantes ruidosos arroyuelos, llegué á la base de un promontorio que dominaba á lo lejos rocas, selvas y pastos. En su cima aparecía ahumada cabaña, y á su alrededor pacían las ovejas en las pendientes.

En el fondo se ve una vasta extension de terreno desigual surcado por el turbio Guadalquivir, donde alternan las colinas multiformes, las pequeñas planicies, los planos inclinados, las angostas llanuras entrecortadas por barrancos y los risueños vallecitos que forma el rio en sus vueltas y revueltas caprichosas, descendiendo por un cauce profundo y arcilloso, entre grandes y tajadas rocas graníticas en varios trechos.

Si la superficie desigual de la loma ofrece el contraste de aquellas tristes sementeras, que parecen vegetar sobre centenares de cráteres, á juzgar por las columnas de humo que salen de la tierra, la vida social no se revela sino al observar las puertecitas que dan sobre las calles, de las habitaciones cavadas en los barrancos cascajosos ó las rocas calizas.

La música de los campanarios caía sobre la ciudad en frescas oleadas y se difundía por el valle, a manera de río desbordado que quisiera escaparse por los barrancos. Allí se detenía un instante, y luego como que se levantaba ansiosa de volver a las alturas, para remontarse a los cielos en pos de los astros que iban palideciendo y borrándose en la ténue claridad del crepúsculo.

La tierra rojiza de los campos obscurecíase bajo el continuo chaparrón; los caminos hondos y tortuosos, entre las tapias y setos de los huertos, convertíanse en barrancos; paralizábase la vida laboriosa del cultivo y los pobres naranjos, tristes y llorosos, encogíanse bajo el diluvio, como protestando de aquel cambio brusco en el país del sol. El río crecía.

Caen en forma de lluvia ó de nieve; luego, gotas y copos, divididos hasta el infinito, penetran en la tierra por las cavernas, las fisuras de las rocas y los intersticios del fecundo suelo. Durante largo tiempo el agua queda oculta; después aparece á la luz en forma de alegre fuente, y empieza de nuevo su viaje hacia el océano por los lechos inclinados del arroyo, de barrancos y ríos.