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Son muy escasos. Aquí sólo se encuentran focas, kanguros, algunos casoares, más pequeños que los africanos, y bandadas de ciertos perros salvajes, llamados dingos, que son muy difíciles de cazar. Es verdad que el indígena de Australia no es exigente, y se alimenta de asquerosos reptiles; pero aun éstos escasean y no alcanzan para todos.

Ya aparecían en los peñascos voraces lobos marinos, ya se veían revolando y cerniéndose a grande altura águilas o buitres de mayor tamaño y pujanza que los de Europa, ya seguían o cercaban la nave bandadas de enormes albatros, hostigados por el hambre y buscando alimento.

Acudían a bandadas los mendigos, como si se celebrase una boda, formando en doble fila a las puertas del templo. Las comadres del barrio, despeluznadas y con niños al brazo, agrupábanse, esperando con impaciencia la llegada de Gallardo y su familia.

Las campanas sonaban alegres en una atmósfera tibia y ligera; las golondrinas pasaban rápidas, en bandadas, arrojando sus agudos chillidos; el sol de junio derramaba sus rayos dorados á través de las ramas, y á lo largo del paseo de tilos que conduce desde la plaza de la iglesia hasta la quinta de la señorita Guichard, la boda caminaba lentamente sobre el césped.

Es verdad que de Bailén salían en bandadas multitud de mujeres con cántaros de agua para refrescarnos; pero de este socorro apenas podía participar una pequeña parte de la tropa, porque los que estaban en el frente no tenían tiempo para ello.

El recado del guarda, medio en francés, medio en provenzal, que ha traído un mensajero, anunciando que han pasado ya dos o tres buenas bandadas de galejones, de carlotinas, y otras aves de primera, ha producido gran rumor en el castillo. «Vendrá usted con nosotros», me han escrito mis amables vecinos.

Unas rebotaban con silbidos extraños, y a veces pasaban como bandadas de pichones. No impedía aquello a los montañeses continuar el fuego; pero hubo necesidad de pararlo, porque toda la ladera se hallaba envuelta en un humo azulado que impedía ver.

Quiero ir hacia el Congreso declaró ella. Ya..., ¿para ver si se arma?... No nos metamos en apreturas, hija, no sea que por artes del demonio...». Menudeaban los grupos, todos pacíficos. No eran hordas de descamisados, sino bandadas de curiosos. Se oía decir aquí y allí: «La República, la República», pero sin gritos ni amenazas. Se hablaba con frialdad de aquella cosa grande y temida.

Ha dicho no quién creo que Selgas que se conocen los niños que se crían sin madre. ¡Qué cierto es esto! ¡Cuántas veces en mi querida España, en las templadas tardes del Otoño, he admirado en los jardines del Parterre, aquellas bandadas de alegres niños entretenidos en sus juegos! ¡Cuántas otras, al caer cerca de un volante ó llegar rodando un aro, he detenido al pequeño ser que lo buscaba!

Bandadas increiblemente numerosas de papagayos de todas clases pasan atronando con su áspera gritería, que parece el eco de la voz del salvaje; y al traves de una vegetacion incomparable que constituye el fondo del inmenso cuadro, se desliza el Vapor, lanzando de tiempo en tiempo sus silbidos agudos y prolongados, cuyo eco repercuten las selvas y produce una sensacion indefinible de miedo y admiracion al mismo tiempo.