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Mientras le hablaba el Padre, penetró Dios el alma de aquel bárbaro con un rayo de divina luz; de suerte, que aún no bien enteramente discípulo, salió á predicar como maestro en su pueblo, que no necesitaba mucho del magisterio de sus palabras cuando le sobraba el ejemplo de su Mapono para inducirle á hacer lo mismo.

El público pareció delirar de entusiasmo. ¡Hermosa corrida! Estaba ahíto de emociones. Aquel Gallardo no robaba el dinero: correspondía con exceso al precio de la entrada. Los aficionados iban a tener materia para hablar tres días en sus tertulias de café. ¡Qué valiente! ¡Qué bárbaro!... Y los más entusiastas, con una fiebre belicosa, miraban a todos lados como si buscasen enemigos.

Los cabellos del lector se erizarán seguramente al representarse lo que allí pasaría después de este acto bárbaro e inaudito. Acaso sería conveniente dejarlo en suspenso como la famosa batalla del héroe manchego y el vizcaíno. Sin embargo, para no atormentar su curiosidad inútilmente, nos apresuramos a decir lo que pasó desdeñando este recurso de efecto.

Tuyú en lengua india significa bárbaro, que es el suelo de aquel pais, continuando así, hácia el medio dia, hasta cerca de 10 leguas de las primeras montañas.

Y aunque nunca romper ha procurado, Con todo, el enemigo se mostrando Tan fuerte, que á los nuestros ha apretado, Y del todo á romper les obligando Algunos rompimientos ha formado, En que lo mas seguro se llevando El Español, el bárbaro moria Cantando la victoria que perdia.

"A todas estas pláticas puso silencio un gran rumor que se levantó entre la gente, causado del que hacia un poderosísimo caballo bárbaro, a quien dos valientes lacayos traían del freno, sin poderse averiguar con él.

«No vendrá se dijo . ¡Qué disparate! ¿Cómo puede ese hombre haber creído una promesa tan absurda?...» Después de las noticias que habían circulado por el pueblo, no se atrevería á volver. Además, aquel bárbaro resultaba temible á campo raso; pero con tener ella bien cerradas las ventanas y puertas de la casa, se libraría de su presencia.

Es indudable sin embargo que en su reinado se hicieron cosas importantes á la felicidad de España; pero no es suya la gloria, sino del saber i virtudes de su primera esposa la reina doña Isabel; matrona ilustre, digna en todo de haber nacido en un siglo donde no imperase en la mayor parte de los hombres el bárbaro fanatismo, enemigo oculto de Dios, de la cultura de los entendimientos i de la felicidad de los mortales.

Despues, dando lugar el gran Neptuno A que fuesen sus ondas navegadas, Con muy próspero viento y oportuno, A cabo de cien leguas caminadas, Descubrimos del bárbaro importuno La costa, con sus tierras malhadadas. Era una tierra larga, baja y llana, Que tiene por renombre Tafetana.

Pues bien; a este mismo joven le he visto después ignominiosamente atado a la carretela de un bárbaro, que le llevaba a un paso muy superior a sus piernas. Y la hija del bárbaro aún parece que se reía de él.