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Actualizado: 7 de junio de 2025


Para éstos, M. Blaine no ha sido sino un político aventurero e impuro, que ha pretendido variar la corriente de vida internacional que durante un siglo había conducido sin tropiezo la nave de la Unión.

El aventurero francés llegaba sin familia á aquellos países, con sus vicios, confundiéndose con la masa salvaje, en vez de civilizarla; el inglés, exceptuando dos países templados adonde se dirigió en masa y con sus familias, tampoco se fija al otro lado de los mares, y dentro de un siglo la India no guardará memoria de que haya vivido en ella.

Hablábanle éstos de cierto individuo de existencia cosmopolita, un monsieur Jules, joven, hermoso y elegante, de problemática vida; un aventurero que invernaba en la Costa Azul, sirviendo de croupier en los casinos de Niza, Menton y Monte Carlo, y en verano pasaba á las estaciones elegantes de los Pirineos. Judith parecía conocerle mucho tiempo.

Estas larguezas, en opinión de sus auxiliares, podían facilitar algo más el triunfo. Pero si, en último caso, la batalla ofrecía ciertas dificultades, ¿no era don Simón candidato independiente? ¿No podía, sin mengua de su dignidad, declararse, in extremis, adicto, y obtener de este modo los auxilios del poder, que se los daría con preferencia al otro candidato, simple aventurero político?

-Don Quijote de la Mancha -respondió Sancho Panza-, y es caballero aventurero, y de los mejores y más fuertes que de luengos tiempos acá se han visto en el mundo. ¿Qué es caballero aventurero? -replicó la moza. ¿Tan nueva sois en el mundo que no lo sabéis vos? -respondió Sancho Panza-. Pues sabed, hermana mía, que caballero aventurero es una cosa que en dos palabras se ve apaleado y emperador.

Doña Beatriz se mostró expansiva y acabó por estar justamente jactanciosa. Declaró con orgullo que tenía por gloria suya el haber amado al aventurero genovés, el haber descubierto y reconocido todo el valer de su espíritu y el haber creído y esperado en la alta misión que le habían confiado los cielos, cuando todavía eran muy pocos los hombres que no le desdeñaban.

Porque quiero que sepas, Sancho, que en él no hay estado más peligroso que el de los aventureros. -Así es verdad -dijo Sancho-, pues sólo el ruido de los mazos de un batán pudo alborotar y desasosegar el corazón de un tan valeroso andante aventurero como es vuestra merced.

El tal ño Juanito era un aventurero aficionado á cambiar de tierras, y tal vez había encontrado la de Salta muy á su gusto y andaba por las casas «de alegría» de la ciudad tañendo su guitarra y haciendo bailar la chilenita á las mestizas hermosotas. Pero al transcurrir el segundo mes sin que llegase carta, Ovejero se mostró inquieto.

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