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Y, teniéndola bien asida, con voz amorosa y baja le comenzó a decir: -Quisiera hallarme en términos, fermosa y alta señora, de poder pagar tamaña merced como la que con la vista de vuestra gran fermosura me habedes fecho, pero ha querido la fortuna, que no se cansa de perseguir a los buenos, ponerme en este lecho, donde yago tan molido y quebrantado que, aunque de mi voluntad quisiera satisfacer a la vuestra, fuera imposible.

Sol quiso retirar la mano con que tenía asida la de Ana; pero Ana la retuvo. ¿Qué ha sido, eh, qué ha sido? Sentí como si todo un edificio se hubiese derrumbado dentro de . Ya, ya pasó. Ya estoy bien. Y se le cayó la cabeza al otro lado de las almohadas.

Y el joven al fin siguió adelante: y los monjes lo hallaron muerto al día siguiente, medio sepultado en la nieve; pero con la mano asida a la bandera, que decía: «¡Más alto!». Pues bien, Lucía: cuando no te me pones majadera, cuando no me haces lo que ayer, que me miraste de frente como con odio y te burlaste de y de mi bondad, y sin saberlo llegaste hasta dudar de mi honradez, cuando no te me vuelves loca como ayer, me parece cuando salgo de aquí, que me brilla en las manos la bandera.

Y tiene razón la muchacha dijo para el duque de Osuna, pero sin soltarla. Esperanza estaba fuertemente asida al marco de la puerta y pugnaba por desasirse del duque. Si no me soltáis, grito. El duque se decidió á darse á conocer. Y si gritas y vienen y yo no te suelto, te encontrarán con el duque de Osuna.

Luego, acabado este pleito, entró en el juzgado una mujer asida fuertemente de un hombre vestido de ganadero rico, la cual venía dando grandes voces, diciendo: ¡Justicia, señor gobernador, justicia, y si no la hallo en la tierra, la iré a buscar al cielo!

Todos corrieron hacia el lado opuesto al en que estaban Morsamor y Fréitas y hacia el punto en que la nueva Argo estaba asida al barco corsario. Con prodigiosa agilidad y con tal prontitud que no dieron tiempo para que se apercibiesen y cerrasen paso, saltaron todos en la galera.

Las paredes de la sala donde estaba la Cena se tapizaban de damasco carmesí; sobre el damasco se colgaban lindas y antiguas cornucopias con muchas velas de cera ardiendo, y también en la sala había verdes plantas, y canarios en jaulas, y una enorme cruz negra de madera, con adornos y remates de plata fina, asida a la pared por fuertes alcayatas.

ABIND. Sola esta vez quisiera, Dulce Señora mía, Hacerme lenguas para hablaros tanto, Que del alma se viera La pena y la porfía; Mas salga por los ojos, vuelta en llanto. De que viva me espanto Tan desdichada vida, Si ha de quedar en calma Apartándose el alma De aquellos brazos donde estaba asida.

Marchaba distraído, con la mirada perdida en las nieblas del horizonte, absorto en vagos y tristes pensamientos. Los celos le tenían asida el alma desde el encuentro que por la noche tuviera con Octavio. Mas era su amor tan tímido, á pesar de las victorias alcanzadas, que no osaba decir una palabra de tal escena á la condesa.

Haz que tantas culpas te sean perdonadas, compensando con severa castidad la cadena de pecados que mismo hubiste de forjar y remachar, y que llevas asida al tobillo y a las muñecas.» Y con resolución que arrancaba del tuétano de mis huesos, exclamé: «Así lo haré.» Y lo cumplí. Creo en el espíritu y soy continente: todo el resto es secundario.