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Tuvo por cómplice en su crimen á un corchete llamado Andrés, del que no sólo se sirvió para asesinar al capellán, sino á otro hermano suyo que con él vivía.

Ha dicho un discreto, que en literatura, no sólo se disculpa, sino que se glorifica el robo cuando le sigue el asesinato. Shakspeare sabía esta máxima, y no dejó de asesinar a cuantos robó. De los autores robados nadie se acordaría si no hubieran sido robados.

Mientras tanto, dominada por el terror, la joven gritaba, con los brazos tendidos hacia la condesa: ¡Oh madre mía, perdón, tened piedad de , me va a asesinar¡ ¡Yo soy vuestra hija, defendedme, madre, madre querida! Aquel grito desesperado, aquel dulce nombre de madre, repercutió en el corazón de Marta.

Y los militares más viejos y más expertos en la vida se asombraban al pensar en el mundo de los Hombres-Montañas: un mundo absurdo, donde los sexos están lamentablemente invertidos, y son los hombres los que buscan á las mujeres, no sintiendo rubor ni deseos de huir cuando las mujeres se muestran á ellos en toda su desnudez. Donde se ve cómo unos pigmeos bigotudos intentaron asesinar al gigante

Dávila no tardó mucho en pasar de estas medidas puramente defensivas a una actitud más decidida, y aprovechando la temporaria ausencia de Facundo, que andaba en San Juan, se concertó con el capitán Araya para que le prendiesen a su llegada. Facundo tuvo aviso de las medidas que contra él se preparaban, e introduciéndose secretamente en los Llanos, mandó asesinar a Araya.

Todas las seguridades que su marido se complacía en darle acerca del carácter pacífico de aquel hombre se desvanecían en cuanto le miraba a la cara. Estaba íntimamente convencida de que un día u otro concluiría por asesinar a Germán o secuestrarla a ella. Este hombre terrible ¡quién lo diría! se hallaba completamente abstraído recogiendo florecitas del suelo.

Floristán, joven disipado, está próximo á casarse por mandato de sus padres con la italiana Orfea. Preséntase entonces una dama valenciana, llamada Serafina, á quien él había dado antes palabra de casamiento; despierta su antigua pasión, y lo impulsa á asesinar á su esposa.

Ya sabía yo que habías de buscar á la Dorotea dijo el sargento mayor ; peor para ti. Doña Ana miraba aquella escena imprevista con asombro; más que con asombro, con un terror instintivo. ¿Conque eres su padre? dijo el tío Manolillo . ¿Conque eres el padre de Dorotea? ¿Conque aún no contento con haber asesinado á la madre, quieres asesinar á la hija?

Eres un hombre pacífico, que no ha aprendido el arte de asesinar, y aquel individuo es un profesional de las armas; si te hubieses vengado sin regla alguna, apelando a lo que crees tu derecho, su familia poderosa se hubiera ensañado en ti.

Rubén Darío también bebió para no sentir la vida demasiado dura en la carne viva de su corazón de poeta. La vida es dura, amarga y pesa; ¡ya no hay princesa que cantar! Poe bebía bárbaramente, como si quisiera «asesinar algo en si mismo». Nuestro admirable y dulce poeta Manuel Paso también se suicidó abrasándose las entrañas y el cerebro en un océano siniestro de aguardiente.