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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Ni su cabeza vendada y dolorida ni sus riñones derrengados podían abatir su coraje. En cada uno de sus asaltos desesperados hacía rodar por el suelo á algún enemigo, de tal modo que Lázaro del Condado, dejando su puesto, se lanzó á toda la carrera hacia aquel más lejano donde peleaba Toribión de Lorío.
Al fin se libraron de sus continuos asaltos á costa de un rico presente de cuchillos, cuñas de hierro y algunas varas de lienzo, que los pueblos de los Guaranís enviaban de limosna á la cristiandad de los Chiquitos.
Veíase desde la mitad del paseo cómo se remontaba la popa cual si fuese a volar, hundiéndose después con una rapidez que angustiaba a muchos, produciendo en su diafragma una sensación de vacío. Corrían las gentes al balconaje para presenciar detrás de los cristales los asaltos del mar en cólera, un espectáculo extraordinario después de tantos días de bonanza.
Fue así como llegó a comprender que su marido era efectivamente, como lo había oído decir, un tirador diestro, de una solidez y una fuerza muy notables, y que hasta entonces no había otro que pudiera competir con él sin demasiada desigualdad, sino el señor de Monthélin, hasta llegar a tener ventaja sobre el barón, en dos o tres asaltos, lo que le valió de Juana algunas palabras amables.
«D. Álvaro de Sande, claro por mil hechos y mil jornadas, que siendo tesorero de Plasencia, como Aquiles dejó las faldas largas y empuñó la espada y lanza, y saltó en ser soldado, siendo cercado en los Gelves de una poderosísima turquesca armada, defendió el hechizo fuerte tres ó cuatro meses, sin se le poder entrar con muchos y muy terribles asaltos, en los que mató infinitos turcos que quedaron por ahí tendidos en el campo.
Bien que este fué el único triunfo que consiguieron aquel dia: corto en realidad, y que de manera alguna correspondia á la pérdida que habian sufrido en tantos y tan repetidos asaltos, en los cuales habian acreditado un esfuerzo y constancia que no podian jamas esperarse ni creerse de una nacion que anteriormente se habia considerado de un carácter veleidoso y débil.
En la oscuridad de los misterios de la ciencia, en la misma incertidumbre, en los asaltos de la duda que amenaza arrebatarnos en un instante la obra levantada por el espíritu humano en el espacio de largos siglos, hay algo de sublime que atrae y cautiva.
En sus primeros años de vida en la Costa Azul, el elegante Lewis había adquirido por unos miles de francos las ruinas de una fortaleza señorial que guardaban la tradición dramática de guerras con los condes de Provenza, asaltos y asesinatos de familia.
A pesar de mi resistencia á todos los asaltos del mozo, me cogió un par de francos con una chuchería, más uno de propina por las reverencias que nos hizo. El almuerzo nos cuesta cerca de tres duros, y si me hago de miel, no baja un ochavo de tres onzas.
En otras ocasiones, la imaginación acalorada de las niñas exigía que vinieran de Madrid unos abrigos muy lindos, de los cuales les había dado noticia Amalia: D. Cristóbal resistía algún tiempo los asaltos, pero viéndose muy apretado, capitulaba al fin. Su mente, fecunda en trazas, como la de Ulises, le sugería una magnífica para ahorrarse la mitad del dinero por lo menos.
Palabra del Dia
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